El Periódico Aragón

El peor mes de nuestra vida

Marzo deja cifras negativas en la economía y la sanidad española, y aunque las autoridade­s dicen que se ha alcanzado el pico, en Aragón advierten de que «aún quedan días duros»

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La crisis del coronaviru­s ha barrido en solo dos semanas la recuperaci­ón del empleo que acumulaba el mercado laboral español de los dos últimos años. En dos semanas de absoluta excepciona­lidad el covid-19 ha destruido la misma ocupación que la crisis financiera de hace una década en sus 100 primeros días. Una crisis sanitaria sin precedente­s que ha dejado unos datos de empleo del mes de marzo sin precedente­s: marzo del 2020 es, con diferencia, el peor mes de la historia de España en cuanto a ocupación.

El impacto económico de la pandemia ha provocado que el tercer mes del año cerrara con casi 850.000 afiliados a la Seguridad Social menos y 300.000 parados más que en febrero, según los datos publicados ayer por el Ministerio de Trabajo. Estas cifras, no obstante, no computan a los más de dos millones de empleados afectados por un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) en todo el país.

En las dos primeras semanas de confinamie­nto, desde que el Gobierno declaró el estado de alarma el 16 de marzo hasta el 31 del mismo mes, se dieron de baja en España 1,6 millones de cotizantes; la cifra de bajas más intensa de la estadístic­a disponible. También se dieron de alta casi 600.000 empleos; lo que indica cómo de elástico es el mercado laboral español y que acabó dejando un balance final de 918.996 trabajador­es menos en activo en esa quincena. Un balance de dos semanas igual de dañino que los 100 primeros días de la crisis desatada por la caída de Lehman Brothers y que corona a marzo del 2020 como el peor mes de la historia del empleo en España. Hasta ahora ese funesto récord lo tenía enero del 2009 (el primer mes del año siempre es malo para la ocupación), con una pérdida de casi 350.000 afiliados.

Y los sectores más afectados han sido, en términos relativos, la construcci­ón, la hostelería y los servicios recreativo­s. El primer impacto económico del covid-19 ha sido especialme­nte duro para todas aquellas actividade­s clausurada­s por la decisión gubernamen­tal, como el turismo, la restauraci­ón y todas sus actividade­s derivadas. Algo que se ha notado en la distribuci­ón territoria­l del balance de bajas laborales, con Andalucía como la comunidad autónoma que más empleos ha perdido.

PRIMER GRAN IMPACTO/ La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s, José Luis Escrivá, salieron ayer a dar cuenta de unos datos que han calificado de «absolutame­nte excepciona­les». Díaz reconoció que la cifra era «histórica», en el sentido

Los incentivos para que las empresas recurran a los ERTE suavizan la destrucció­n de puestos de trabajo

El coronaviru­s ha devorado en dos semanas el mismo empleo que la crisis financiera en 100 días

negativo de la palabra; aunque recordó que no por ello España ha dilapidado toda la creación de empleo que lleva sumando desde el 2013. La bajada de la afiliación y el aumento del paro han sido muy intensos, pero España está actualment­e lejos, con 3,5 millones de parados, de los más de cinco millones de desemplead­os que alcanzó en los peores momentos de la anterior crisis.

Escrivá declaró que el «grueso» de la destrucció­n de empleo derivada de la crisis del covid-19 ya se ha producido, especialme­nte en sectores como la construcci­ón, pese a que los datos de abril pueden ahondar en el retroceso. Donde se manifestó más dubitativo fue en la «secuencia temporal» de la recuperaci­ón del empleo destruido y que aún destruirá el coronaviru­s. Es decir, desde el Gobierno todavía no aventuran cuánto durará el retroceso y cuán de dilatado será lo que esperan que acabe siendo un «paréntesis».

El de marzo ha sido el primer impacto, pero no el último. La economista senior de Funcas María Jesús Fernández trabaja con proyeccion­es que aventuran que el mes que viene acabará con unos 400.000 afiliados a la Seguridad Social menos. Eso dejaría la destrucció­n total de empleo desde el inicio del estado de alarma en 1,2 millones de cotizantes. Y, en términos de paro, sus cálculos sitúan el total de desemplead­os por encima de los cuatro millones. «Si no hubiera sido por la flexibiliz­ación de los ertes, los datos hubieran sido mucho peores», opina.

El catedrátic­o de economía financiera Oriol Amat ve posibilida­des de no cerrar el año con pérdidas de empleo, pero para ello «el Gobierno debe ser más expansivo en sus políticas y más ágil», sostiene.

Es decir, Amat insta al Ejecutivo a extender las transferen­cias directas de recursos, como las aprobadas para trabajador­as del hogar o temporales despedidos. Esta es un línea en la que trabaja el Ejecutivo por la vía del ingreso mínimo vital, según reiteró ayer el ministro Escrivá. Desde su departamen­to ultiman un primer despliegue de dicho subsidio.

Trabajo dice que el impacto más duro ya ha pasado, pero no avanza el tiempo para recuperars­e

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