Encerrados con el enemigo
La cuarta temporada de la serie ‘La casa de papel’ viene con tramas más trepidantes y conflictos emocionales
La empatía, tan alejada de lo que la moral aconseja, que los telespectadores siempre han sentido con los atracadores de La casa de
papel alcanza en esta cuarta temporada que hoy estrena Netflix una dimensión nunca imaginada. Porque nunca hasta ahora habíamos sentido como propio el encierro al que se han sometido, primero en la Casa de la Moneda y ahora en el Banco de España, para cometer sus golpes.
Una sensación de claustrofobia que se ve incrementada por tener, esta vez, un despiadado enemigo dentro, y porque las divisiones y conflictos entre la banda irán en aumento. Por lo que los personaje a los que dan vida Úrsula Corberó, Álvaro Morte, Jaime Lorente, Esther Acebo y Alba Flores, entre otros, van a pasarlo peor que nunca.
«La vinculación ente el telespectador y los personajes se va a ver más poderosa en estos tiempos que corren», admite Álex Pina, productor ejecutivo de la serie, que también lo fue de éxitos como Los Serrano y Vis a vis, aludiendo al confinamiento en la videconferencia que mantuvo este diario con parte del equipo.
Pero si bien los atracadores estarán encerrados con sus rehenes de nuevo, esta vez en el banco, la cosa se complicará al tener dentro a su enemigo, Gandía, el vigilante de seguridad. «La estructura no deja de ser la de La jungla
de cristal», dice Jesús Colmenar, director de la serie junto con Javier Quintas, Koldo Serra y Álex Rodrigo. «Porque en lugar de ser el héroe que representa las fuerzas del orden luchando solo contra los atracadores, el telespectador se pone al lado de estos. Estamos ante Allien, el octavo pasajero», añade.
Según Javier Gómez Santander, guionista y coproductor ejecutivo: «El banco, como la casa de papel, era un lugar casi familiar, seguro, pero, a partir de que Gandía se desata, se convierte en
El laberinto del fauno». Y advierte: «Esto hace la temporada más claustrofóbica y terrible». Esta atmósfera propiciará, asimismo, las divisiones entre la banda y los conflictos emocionales. «La banda es como una familia. Y las familias tienen tensiones», apunta . «La tercera temporada estaba más basada en el progreso del plan, era como Misión imposible: cómo entras en el banco, cómo abres la cámara acorazada… Esta ahonda más en el pladesató no emocional». En esta temporada también se despejará la gran incógnita planteada en el último capítulo de la tercera al aparecer una cara conocida entre los rehenes: la de Belén Cuesta. Lo que las hipótesis en las redes. Que si sería una policía infiltrada, alguien de la banda o si pasaba por allí. Y en esta se tardará en desvelar el misterio. La actriz no ha soltado prenda.
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