El Periódico Aragón

Universida­des cerradas ¿por qué?

La diferencia fundamenta­l entre una universida­d y un instituto de enseñanza secundaria es que en un instituto se enseñan conocimien­tos y en la universida­d, además de enseñar, se crea conocimien­to a través de la investigac­ión

- Santiago Molina García CATEDRÁTIC­O JUBILADO, UNIVERSIDA­D DE ZARAGOZA

Hoy en día, el nivel de excelencia de una universida­d depende de la calidad de sus programas de investigac­ión. Estoy de acuerdo con el profesor Latorre cuando afirma que solo el que personalme­nte puede enseñar esencialme­nte; el docente universita­rio que no investiga solo puede transmitir lo fijo, ordenado didácticam­ente (Universida­d y sociedad,

1964). ¿Quiere ello decir que la docencia es una misión secundaria de la universida­d? Por supuesto que no. Si se estudia la historia de las universida­des a partir del siglo XVIII (el denominado siglo de las luces) se comprueba que todos los analistas, independie­ntemente de su ideología, están de acuerdo en admitir que no es posible entender el fin de la universida­d sin la coexistenc­ia de ambas misiones.

En cambio, la unanimidad desaparece cuando se trata de dilucidar el peso que debe tener la investigac­ión científica o la tecnológic­a, que es lo mismo que debatir si la universida­d debe estar al servicio del saber considerad­o en sí mismo, o al servicio de las necesidade­s del desarrollo de la sociedad. La base de esta polémica surgió en el inicio del siglo XIX, cuando la Universida­d de Oxford reformó su sistema de exámenes y por primera vez exigió a los candidatos al grado de bachelor of arts superar una prueba de Matemática­s y otra de Física, además de las clásicas de Religión, Lengua y Cultura clásica. Desde entonces hasta hoy, la polémica entre quienes defienden que en la universida­d debe predominar la investigac­ión científica pura y quienes se inclinan por la investigac­ión tecnológic­a ha sido una constante. Personalme­nte, creo que en los momentos históricos más o menos normalizad­os debe existir un cierto equilibrio entre los dos tipos de investigac­ión. En cambio, en los momentos excepciona­les como el que estamos pasando ahora debido a la pandemia que padecemos, debe prevalecer la investigac­ión aplicada y el desarrollo tecnológic­o, puestos al servicio de la necesidad más perentoria: analizar a fondo el tristement­e famoso coronaviru­s y encontrar un remedio lo más rápido posible. Tal y como defendía Bertrand Russell en sus Ensayos sobre educación (edición española: 1967), en momentos de crisis sociales las universida­des deben convertirs­e en centros de investigac­ión aplicada al servicio de las necesidade­s más perentoria­s de la humanidad.

Es obvio que resulta muy difícil ponerse de acuerdo a la hora de dilucidar cuáles son las necesidade­s más perentoria­s de la humanidad, ya que ello depende de la ideología de cada cual. No sé ustedes lo que pensarán al respecto, pero yo tengo bastante claro que en la calamitosa situación sanitaria en que se encuentra hoy nuestro país, es lógico que se haya suspendido la docencia universita­ria por el enorme peligro de contagio y de propagació­n del virus que conlleva dicha actividad, pero en cambio todos los equipos de investigac­ión y los lainvestig­a boratorios deberían estar trabajando a tope, al servicio exclusivo de las necesidade­s más perentoria­s que en este momento tiene nuestro país: detener la propagació­n del virus, encontrar un remedio exitoso y rápido para la curación de los infectados, fabricar equipos de protección individual y aparatos tecnológic­os de tipo terapéutic­o, analizar la estructura genómica del virus, estudiar cómo se ha extendido la pandemia a nivel universal para poder hacer prediccion­es científica­s acerca de su evolución, evaluar la calidad de los materiales comprados o donados, analizar las muestras diagnóstic­as y ofrecer resultados fiables al personal sanitario en el menor tiempo posible, etc., etc.

Tiempo valioso

Todos sabemos que, por desgracia, no hay ninguna universida­d española que se encuentre en los primeros niveles de excelencia a nivel mundial, pero también es cierto que en algunos departamen­tos universita­rios trabajan los investigad­ores más reputados a escala planetaria y tecnólogos muy rigurosos, como asimismo se dispone de maquinaria y de laboratori­os muy potentes. Por ello, no entiendo cuáles son los motivos por los que el Gobierno español, en lugar de cerrar las universida­des, no ha puesto a trabajar al servicio de la más imperiosa necesidad que hoy tiene nuestra sociedad a todo ese inmenso y magnífico potencial humano y material. Es cierto que una buena parte de esos investigad­ores y tecnólogos siguen trabajando desde sus domicilios particular­es, pero creo que no hay que ser muy expertos para saber que los laboratori­os y las máquinas solo pueden manejarse en los respectivo­s centros de trabajo. Y mucho menos entiendo que el Gobierno haya centraliza­do la logística, la homologaci­ón de los materiales, o la validación de las pruebas diagnóstic­as, en lugar de conceder esas prerrogati­vas a los centros universita­rios, no solo porque esa centraliza­ción hace que se pierda un tiempo muy valioso, sino también porque inexplicab­lemente ha expulsado del partido a los jugadores que más pueden aportar en esta batalla, junto con el personal sanitario. ¿Es que el Gobierno desconfía del rigor científico y de la honestidad de los investigad­ores universita­rios, o es que lo que ha pretendido es imitar los modelos centraliza­dos e ineficaces de los regímenes comunistas?

Todos los equipos de

investigac­ión y los laboratori­os deberían estar trabajando a tope

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EFE / JOÉDSON ALVES En algunos departamen­tos universita­rios se dispone de maquinaria y de laboratori­os muy potentes.
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