“Lo primero que haré será ver a mis padres y a mis amigos”
Cuenta por semanas el confinamiento, se hace menos duro que sumar a diario las largas jornadas de encierro. Jorge Ruíz vive solo en su piso de El Gancho, en Zaragoza, y habla todas las mañanas con su vecino del edificio de enfrente, David. La distancia entre sus balcones es escasa, tanto que le ha cedido su wifi «para que pueda responder a los mails del trabajo, qué menos».
Lleva encerrado en casa desde que se decretó el estado de alarma y después de que la empresa en la que trabaja aprobase un
ERTE hasta que la tormenta pase. Se distrae como puede. Todos los días a las 12.30 horas y a las 18.30 se conecta al canal de un entrenador personal para mantenerse en forma.
Tira mucho de películas y series para matar el rato y le ha dado por hacer croquetas que, por cierto, le ha suministrado a David a cambio de su tiramisú en algún que otro encuentro exprés entre portales.
«Entre las 8 de la tarde y las 10 noche me suelo aburrir porque no se qué hacer. Es tarde para merendar, pronto para cenar, tampoco es hora de ponerse una película. Se me hace siempre muy largo», comenta desde el sofá de su casa, a través de una llamada de Skype. «Antes nunca encendía el ordenador y ahora lo tengo todo el día. Hago muchas videollamadas para estar en contacto con mis padres y mis amigos». De hecho, todos los días asiste a un «café-skype».
Admite que estar solo tiene sus ventajas, como no tener horarios. «Hago las cosas cuando quiero y me apetece». Pero no tener contacto real con nadie se hace duro. «La única persona con la que hablo cara a cara es con la cajera del supermercado», admite entre risas.
Como todos, piensa en el día en el que el Gobierno levante el estado de alarma. «Iré a ver a mis padres y después me iré de cañas a mi bar de confianza con mis amigos. Necesito socializarme, estar con gente». Estas ganas no quitan para que sea consciente de que tendrá que seguir tomando precauciones. «El primer día sé que a mis padres no puedo contagiarles nada porque llevo encerrado tres semanas, pero cuando vuelva a trabajar, de cara al público, seguiré tendiendo cuidado».
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«Lo mejor de estar solo es no tener horarios y lo malo que no hay contacto real »