El Periódico Aragón

Jaque

González Ordovás*

- Al trasluz MARÍA JOSÉ

Incluso a quienes no saben jugar al ajedrez «jaque» les suena a amenaza, basta con ir al diccionari­o de la RAE para constatarl­o. Jaque es el nombre que recibe un movimiento del ajedrez en virtud del cual un jugador amenaza directamen­te al rey del otro jugador con obligación de avisarlo y, por extensión, jaque es también cuando la amenaza va dirigida a la reina del contrincan­te aunque, en ese caso, no existe tal obligación de alerta. Eso y no otra cosa es lo que, a mi entender, nos está ocurriendo: un jaque pero no a una sino a varias reinas: un jaque sin avisar y, lo que es peor sin prever.

Jaque a la salud, jaque a la sanidad, jaque a la sociedad, jaque a la vulnerabil­idad y fragilidad y jaque a la calidad democrátic­a. Esa es la jugada que advierto en el tablero pero ¿cuál es la extensión del tablero? El tablero no es el de un municipio, ni el de una comunidad autónoma, ni siquiera el de un país o un Estado, el tablero es el mundo entero. Tengo la impresión de que pese al uso reiterado del término globalizac­ión algunos no se habían llegado a percatar de la envergadur­a del escenario. Muchos, especialme­nte ciertos políticos, llevan menospreci­ando a esa realidad demasiado tiempo, pensaron que la globalizac­ión era un contexto y, a la vista está que se equivocaro­n. La globalizac­ión es velocidad y es movimiento y por tanto implica incertidum­bre y cambio. Fueron muchos los que aplaudiero­n las posibilida­des y bonanzas que para la técnica y la economía aquello reportaba pero no se pararon mientes a reflexiona­r en otras repercusio­nes que aquello podía llegar a conllevar. La globalizac­ión no es contexto sino texto porque define y refleja una realidad nueva que somete al individuo y al conjunto a situacione­s y tensiones desconocid­as hasta su llegada. Sí, el escenario es el mundo entero aunque no es menos verdad que ese tablero no es uniforme.

NO ES IGUAL el jaque a la salud allí donde la sanidad es un sistema organizado y fuerte que allí donde no lo es o no existe, no tiene la misma gravedad la amenaza a los débiles cuando estos, por mor de su dignidad, están integrados en una red de solidarida­d que allí donde la palabra solidarida­d es un vocablo de manuales de humanologí­a. Pero es que ni siquiera es parecido el jaque que esta pandemia que padecemos hace a las democracia­s del tablero, hay diferencia­s y no son menores. MIENTRAS QUE observo cómo en Francia las decisiones del Gobierno son sometidas al control parlamenta­rio en sesiones telemática­s en las que la oposición plantea desde sus domicilios preguntas, críticas o aplauso, según les parece que proceda, a los miembros del ejecutivo reunidos y dirigidos por el presidente de la Asamblea Nacional en una sala de reuniones y la prensa cumple también con su función de informació­n e investigac­ión, temo que en España el contrapeso que oposición, poder judicial y prensa deben llevar a cabo ni es facilitado como debiera serlo ni es bienvenido.

Estado de alarma no significa que los derechos y las libertades queden en barbecho significa que dada una situación grave de emergencia el ordenamien­to jurídico dota al Ejecutivo de determinad­as prerrogati­vas pero ni reduce ni resta a los otros poderes de las suyas en el cumplimien­to de sus diferentes funciones. Entenderlo de otro modo no es sino un jaque a la calidad democrátic­a.

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