Jaque
González Ordovás*
Incluso a quienes no saben jugar al ajedrez «jaque» les suena a amenaza, basta con ir al diccionario de la RAE para constatarlo. Jaque es el nombre que recibe un movimiento del ajedrez en virtud del cual un jugador amenaza directamente al rey del otro jugador con obligación de avisarlo y, por extensión, jaque es también cuando la amenaza va dirigida a la reina del contrincante aunque, en ese caso, no existe tal obligación de alerta. Eso y no otra cosa es lo que, a mi entender, nos está ocurriendo: un jaque pero no a una sino a varias reinas: un jaque sin avisar y, lo que es peor sin prever.
Jaque a la salud, jaque a la sanidad, jaque a la sociedad, jaque a la vulnerabilidad y fragilidad y jaque a la calidad democrática. Esa es la jugada que advierto en el tablero pero ¿cuál es la extensión del tablero? El tablero no es el de un municipio, ni el de una comunidad autónoma, ni siquiera el de un país o un Estado, el tablero es el mundo entero. Tengo la impresión de que pese al uso reiterado del término globalización algunos no se habían llegado a percatar de la envergadura del escenario. Muchos, especialmente ciertos políticos, llevan menospreciando a esa realidad demasiado tiempo, pensaron que la globalización era un contexto y, a la vista está que se equivocaron. La globalización es velocidad y es movimiento y por tanto implica incertidumbre y cambio. Fueron muchos los que aplaudieron las posibilidades y bonanzas que para la técnica y la economía aquello reportaba pero no se pararon mientes a reflexionar en otras repercusiones que aquello podía llegar a conllevar. La globalización no es contexto sino texto porque define y refleja una realidad nueva que somete al individuo y al conjunto a situaciones y tensiones desconocidas hasta su llegada. Sí, el escenario es el mundo entero aunque no es menos verdad que ese tablero no es uniforme.
NO ES IGUAL el jaque a la salud allí donde la sanidad es un sistema organizado y fuerte que allí donde no lo es o no existe, no tiene la misma gravedad la amenaza a los débiles cuando estos, por mor de su dignidad, están integrados en una red de solidaridad que allí donde la palabra solidaridad es un vocablo de manuales de humanología. Pero es que ni siquiera es parecido el jaque que esta pandemia que padecemos hace a las democracias del tablero, hay diferencias y no son menores. MIENTRAS QUE observo cómo en Francia las decisiones del Gobierno son sometidas al control parlamentario en sesiones telemáticas en las que la oposición plantea desde sus domicilios preguntas, críticas o aplauso, según les parece que proceda, a los miembros del ejecutivo reunidos y dirigidos por el presidente de la Asamblea Nacional en una sala de reuniones y la prensa cumple también con su función de información e investigación, temo que en España el contrapeso que oposición, poder judicial y prensa deben llevar a cabo ni es facilitado como debiera serlo ni es bienvenido.
Estado de alarma no significa que los derechos y las libertades queden en barbecho significa que dada una situación grave de emergencia el ordenamiento jurídico dota al Ejecutivo de determinadas prerrogativas pero ni reduce ni resta a los otros poderes de las suyas en el cumplimiento de sus diferentes funciones. Entenderlo de otro modo no es sino un jaque a la calidad democrática.
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