Nuestro día a día
La mayor parte de ustedes nunca sabrán el chute de energía que supone circular por las calles de Zaragoza en una ambulancia a las 8 de la tarde.
Mi corazón se acelera y tengo que reprimir una lagrimilla que siempre intenta asomar en pugna con mi sonrisa.
Soy Técnico de Emergencias Sanitarias, una de esas personas que acuden a sus hogares vestidos de naranja fosforito.
A día de hoy, no somos considerados personal sanitario en algunas comunidades, por ejemplo, en Aragón, dónde yo trabajo.
Casi desde el principio de la crisis sanitaria estoy asignada a esas ambulancias que antes atendían infartos, desvanecimientos, ictus, hiperglucemias y mil otras patologías, más graves o más leves.
Ahora muchos de nosotros estamos