Lástima, Luis (sin tu latido)
Desde hace años, la primera clase práctica de mi asignatura de teoría y práctica del guion en la universidad comienza con la proyección de unos minutos de Los 400 golpes de Truffaut mientras suena la canción de Luis Eduardo Aute Cine, cine. Ahí está, le digo a la clase, todo lo importante: la mirada, la imagen, la censura, la vida. Luego, ya en el trabajo de análisis posterior, Antoine Doinel se convierte –cosas de la intertextualidad– en el Nelson de Los Simpson al tiempo que suena de fondo una versión solo con guitarra de Las cuatro y diez. No es solo un vehículo poco previsible para el acceso a un conocimiento artístico (la palabra, la música, la narración, la estética) sino, por supuesto, un homenaje individual que siempre me permito hacia quien, a lo largo de las últi