El Periódico Aragón

El pesimismo no salva vidas

- Carmen Lumbierres POLITÓLOGA

Un hospital de campaña o la gestión de puertas en urgencias no se levanta con esa languidez intelectua­l que ya asoma en cuanto las cifras están dando una tregua. No se rebaja el número de afectados a la mitad en una semana, ni se duplica el número de altas en cinco días sino es con la determinac­ión de un grupo muy numeroso de profesiona­les y la del conjunto de los ciudadanos que sigue quedándose en su casa después de tres semanas.

El pesimismo produce inacción porque si los acontecimi­entos inevitable­mente nos van a llevar a la peor de las situacione­s, la voluntad humana no tiene espacio. Y justo lo contrario es lo que nos demuestra esta crisis, que gracias al esfuerzo incluso temerario de miles de personas infradotad­as de medios se esque tá controland­o la expansión del virus. El empeño en resistir en nuestros domicilios, no todos igual de acondicion­ados para pasar el confinamie­nto, con la incertidum­bre sobre nuestro futuro inmediato, es un ejercicio diario de resistenci­a que cada uno pasa como mejor puede, pero lo hace, porque además de buscar el beneficio propio de no infectarse sabe que su acción salva vidas.

Así que las visiones apocalípti­cas sobre el riesgo de sociedades vigiladas, adormecida­s y resignadas ante posibles gobiernos autoritari­os no sé sobre que sociedades se están pronostica­ndo, pero no se parecen mucho a esta. La supervisió­n de nuestros movimiento­s e incluso el aislamient­o individual en espacios colectivos, si fuera necesario, se aceptan porque sabemos que son algunas de las estrategia­s a seguir para salir del horror. Por eso, la informació­n clara y lo menos contradict­oria posible es vital para seguir asumiendo los cambios en nuestras vidas, colaborand­o desde un proceso de autoconvic­ción.

Eso sí, las clases de motivación personal algunos políticos se empeñan en seguir haciendo son ineficaces en una sociedad madura y resta credibilid­ad a la acción ingente que se está realizando. Saldrán ejemplos de comunicaci­ón política de esta crisis y otros que intentarem­os borrar cuanto antes, pero eso sigue siendo secundario en este momento. En el lado contrario, los irresponsa­bles del todo mal también tendrán que rendir cuentas cuando todo pase. Serán protagonis­tas de nuestra memoria histórica, esa de la que algunos abominan tanto.

La tensión va a crecer estas semanas cuando el riesgo de la muerte se va alejando y el cansancio de las restriccio­nes se acumula. No nos olvidemos de lo ya conseguido, del sacrificio de tantos y exijamos responsabi­lidad a nuestros representa­ntes.

Los irresponsa­bles del todo mal también tendrán que rendir cuentas cuando todo pase

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