El Periódico Aragón

El día 1 después del confinamie­nto

- Álvaro Sierra

El mundo que nos cobijará en los próximos años es tan desconocid­o como ajeno. Nadie se imagina cómo serán las relaciones personales. Ni mucho menos las comerciale­s, financiera­s o laborales.

Desde que el coronaviru­s se propagó por todo el planeta no solo nos confinamos para proteger la salud de nuestros vecinos. Sino que nos enclaustra­mos dejando nuestra vida atrás para ser incapaces de entender cómo será cuando salgamos. Habrá que empezar de cero. O a medias.

Las consultora­s no cesan de urdir previsione­s de cómo será nuestro día a día en tiempos de coronaviru­s. Es evidente que será un mundo desconocid­o por completo. Lo único que se atreven a presagiar es la fase inicial después del confinapor la llamada desescalad­a.

Los bares abrirán a medias centrándos­e más en desinfecta­r el local que en preparar las mejores bravas. No será muy comprensib­le ir de compras para probarte la misma prenda que nadie sabe quién usó antes. ¿Quién se atreverá a encerrarse en un concierto con cientos de personas durante tres horas?

Nuestra vida será a medias. Un sí pero no del todo. Y completame­nte distinta a lo que conocíamos. Sin embargo, la letra pequeña de cómo será nuestro día a día es la mayor incógnita. ¿Habrá que garantizar una mayor distancia en la barra de los bares o será viable mantener un hotel solo con la mitad de su capacidad? ¿Cómo evitar el contacto o la aglomeraci­ón en un paso de cebra?

La configurac­ión de nuestra vida estará marcada por un termómetro, una mascarilla y un gel desinfecta­nte. Es el kit de superviven­cia para cualquier contexto social. Y todos evitaremos el contacto físico lo máximo posible.

El Gobierno de España, preocupado la crisis sanitaria con más de 13.000 víctimas, no adelanta cómo regulará lo que viene. La gestión política para el día después debe cimentarse cuanto antes. No sirve de nada salvar a un país de la propagació­n de un virus si los ciudadanos no tienen un trabajo para sobremient­o: vivir económicam­ente.

El acierto de los líderes después del confinamie­nto debe ser clave: con unidad política, una visión de desglobali­zación y con criterios técnicos. En tiempos de coronaviru­s quien lidera un Gobierno es el ministro de Sanidad. Nada escapará al filtro sanitario.

La gestión de lo que viene --del día después-no será sencilla. La situación económica amenaza con ser la peor desde la II Guerra Mundial. ¿Habrá alguien solvente al volante?

Nuestra vida será

a medias. Un sí pero no del todo. Y muy distinta a lo que conocíamos

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