Oliván
–Hay un ejemplo muy bonito de alguien que pedía un cargador porque se está quedando sin batería, una persona sin hogar de Madrid. Alguien que aparecía en el mapa como chincheta verde (activado para ofrecer ayuda) dio la alarma y conseguimos llevarle una batería externa con cargador. Hay gente ayudando a hacer la compra a personas mayores, otras ayudando a instalar una aplicación para videoconferencias para que sigan las clases de los hijos, unas monjas que necesitaban mascarillas, las conseguimos y se las dimos…
– ¿Está el Gobierno de Aragón satisfecho con los resultados que está dando Frena la curva?
–Cuando salió estuvimos trabajando dos semanas sin decir que esto era del Gobierno de Aragón, porque participan muchas más empresas, activistas y organizaciones sociales. Hemos llegado mucho más lejos que si hubiéramos intentado capitalizar políticamente y con logotipos esta herramienta. Aquí el foco es lo que hacemos, no quiénes somos.
Es un gran ejemplo de innovación social y abierta en el que un gobierno entiende que la sociedad civil necesita herramientas para canalizar la participación y no se pone a fagocitarla ni a instruirla, sino a apoyarla, generando los cauces adecuados para que esa participación ciudadana sea libre y espontánea, pero también productiva, y multiplique el valor social, que es para lo que tenemos que estar los expertos y los técnicos.
–¿Qué aprenderemos de esta situación?
– Yo quiero pensar que de todo esto va a salir una sociedad mejor, que va a entender lo que significa la noción de lo colectivo y de lo público, y lo importante que es tener un estado robusto. Ahora estamos asesorando a compañeros de Latinoamérica, algunos de los cuales viven en países con estados más limitados que Europa, y pese a eso estamos teniendo muchas dificultades. Cuando salimos a aplaudir y nos vemos la cara con los de enfrente, con quienes jamás nos habíamos mirado a los ojos, ahora nos reconocemos como una comunidad, un conjunto de personas que comparten un mismo destino.
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