¡Paren ya!
Ayer en la sesión plenaria de ratificación del estado de alarma, el diputado Tomás Guitarte, de Teruel Existe, recordó al médico en Ensayo para la ceguera: en una epidemia no hay culpables, todos son víctimas. Algunos están empeñados en la búsqueda de un chivo expiatorio, sea un país, un dirigente político o un entramado económico que les tranquilice, aunque no les aporte ninguna certeza sobre como pararla. Mientras que en España al principio de la reclusió n se agotó el papel higiénico por los acaparadores, en Estados Unidos el objeto más preciado es la adquisición de un arma. Al virus no se le mata a tiros, ni enrollándolo en papel, pero la gente con miedo ante la desgracia e incertidumbre aunadas al mismo tiempo se parapeta esperando una guerra de todos contra todos. ahí, justo en ese momento es cuando la política se hace indispensable con un único fin, aunar todos los esfuerzos para seguir salvando vidas, rebajando la desazón de los ciudadanos. El director de la Organización Mundial de la Salud en esta línea ha pedido que los líderes pongan en cuarentena la política y mantengan la unidad. Si EEUU y Rusia, en los años más duros de la Guerra Fría, fueron capaces de ponerse de acuerdo para enfrentarse a la viruela, ¿no seremos capaces de hacerlo dentro de un Estado demento mocrático? Pues ya les dijo que no, que el debate interesado partidista se está volviendo insoportable para los que lo sufrimos. No nos merecemos ni la propaganda política, venga de donde venga, ni la irresponsabilidad de dos grupos parlamentarios al solicitar la presencia de todos sus parlamentarios hoy al Congreso para que se oyeran más sus aplausos, ni el desprecio en el uso de los datos según convenga.
Cuando el control clínico de la epidemia se está consiguiendo, nada tan desolador como la incapacidad o más bien la falta de deseo de unidad. La política debe tener reflejos de ejemplaridad si quieren exigirnos un comportamiento general impecable. Los que buscan con medias verdades, campañas antigubernamentales basadas en mentiras y el aliento de la confusión derrocar al gobierno en este moY obtendrían como botín un país en ruinas. Porque la ruptura de la unidad de acción lleva al desastre y nos lo recuerdan nuestros vecinos europeos todos los días.
Todos somos víctimas de esta emergencia epidémica, todas las instituciones y sus presupuestos económicos están volcados con el único asunto, así que no nos despisten con sus cicateros intereses aquellos que piensan que van a sacar partido del drama. No necesitamos más tragedia de la existente.
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Si EEUU y Rusia se pusieron de acuerdo para frenar la viruela, ¿no lo haremos en un Estado democrático?