El Periódico Aragón

Alguno ha pensado incluso estrenar el regreso al trabajo con una quincena de vacaciones. Basta eso para explicar el temor y las reservas con las que los hosteleros zaragozano­s afrontan el día después a un

- «Será importante que no haya más contagios» «Aguantarem­os porque no queda más remedio»

mos a volver a trabajar hacia el principio del verano y Zaragoza es una ciudad que queda muy parada en esas fechas, que son las peores salvo que tengas terraza. Además, creo yo que cuando la gente salga irá con mucha cautela, y posiblemen­te se decante más al principio por sitios con terraza para guardar una distancia prudencial. De alguna manera se sentirán más seguros».

Por aquí trae Ramos, además, la otra retahíla de incertidum­bres, más allá de fechas y números. «¿Nos van a hacer test? Si una vez abierto uno de los trabajador­es se contagia y da positivo, ¿qué se hará? ¿Se le manda a cuarentena y a los demás trabajador­es nos vuelven hacer test? ¿Antes de empezar se harán test para saber si hemos pasado alguno de los trabajador­es el coronaviru­s y estamos inmunes o hay algún asintomáti­co? En fin, hay muchas incógnitas todavía y lo que nos viene son meses muy duros hasta final de año», explica antes de entrar en la lista de temores de cada cual: «La temporada de más facturació­n en nuestro caso es desde el 15 de noviembre al 15 de enero, en plena campaña de comidas, cenas de empresa y las Navidades. No me quiero ni imaginar cómo puede ser ese periodo de desastroso. La temporada de más facturació­n puede llegar con la gente con miedo a estar en multitud. Y si no hay todavía un medicament­o o vacuna fiable, imagino que con restriccio­nes de aforo, además». Ángel y su hermano Adrián Sanz, propietari­o de The Irish Cofee Tavern.

Queda un somero repaso a los números rojos de estos meses. «Las ayudas que nos dan a todas luces son insuficien­tes. De qué nos sirve pedir un préstamo si luego hay que devolverlo. No es lógico que no estemos facturando y tengamos que seguir pagando impuestos. Incluso fueron puntuales en el cobro de autónomos del día 31 de marzo, con la cuota totalmente integra. Y eso que llevábamos sin facturar desde el día 15 que se decretó el estado de alarma», concluye el dueño del Alice Kyteler.

José Manuel Antón es el propietari­o de esta acogedora taberna de comidas y tapas en Bruno Solano, donde miran al horizonte entre el resquemor y la ilusión por volver a empezar. «Ya estamos acostumbra­dos a las crisis, aunque esta vez nos ha tocado vivir algo que no habíamos vivido. Todo va a depender de lo que dure. De momento, hay que tener esperanza e ilusión y a la vuelta tratar de hacer las cosas bien y esperar que no cambien mucho los hábitos», remarca el dueño de Casa Nogara, consciente de que el confinamie­nto dejará daños colaterale­s en las relaciones sociales. «En bares pequeños, además, a ver cómo haces para mantener tres familias si te quitan capacidad y te reducen el aforo a un tercio o un cuarto». mes vista, a dos... No hay fechas ni directrice­s para la vuelta, solo incertidum­bre, dudas, temores repartidos y compartido­s en esta crisis que para algunos resultará un muro infranquea­ble.

La obligación de volver con la plantilla al completo pero el aforo a medias es una de sus preocupaci­ones

Las ayudas del gobierno no son tales para ellos. Los créditos se ven como una forma de acumular deuda

«Somos un sitio pequeño y por ahora aguantamos; los que son grandes lo tienen más difícil. Pero, vamos, de las ayudas que hablan, nada. Te dan un préstamo que para lo único que te sirve es para endeudarte más», afirma Antón, que quiere ser optimista: «La esperanza no se pierde, ni las ganas de hacer las cosas bien, pero hay cosas que no podemos controlar. Por ejemplo, para que la gente se olvide es importante que no haya otra ola de contagios. Está claro que la gente va a tener más precaución e imagino que todos tendremos que trabajar con mascarilla, pero hay otras cosas que veo difícilmen­te controlabl­es». «Aguantarem­os de momento porque no nos queda más remedio, pero tenemos un problema principal que es el tiempo. Es decir, cuánto se va a prolongar la situación actual. Cuanto más dure, más difícil será que vuelvan a abrir muchos negocios», resume Emilio Begué, propietari­o de esta conocida cafetería de la plaza San Francisco, que a estas alturas de año ya debería estar disfrutand­o de las bondades de su terraza y su extraordin­aria ubicación.

Más allá de las medidas que haya tomado o tome en adelante el gobierno, Begué entiende que en las manos de los bancos estará el futuro de muchos. «A ver qué talante tienen para ayudarnos a salir de las deudas que se van a acumular durante estos meses. Y si resistimos, si seguimos, todavía hay que esperar a ver la respuesta de la gente. ¿Qué van a hacer? ¿Saldrán o no? No tenemos una base para saber qué es lo que van a hacer».

Quedan por conocer las fechas. Se mira con recelo el calendario, la idea de que se puede convertir en un año perdido ronda en muchas cabezas. «No es lo mismo que pudiéramos volver, por ejemplo, el 1 de junio que hacerlo uno o dos meses después. Si es así no nos van a salir las cuentas del año de ninguna manera, solo vamos a seguir acumulando deuda. Damos por hecho que esta crisis la vamos a arrastrar durante bastantes meses, pero si el tiempo pasa y los bancos no están por la labor, empiezan a pedir avales, etcétera, las cosas se van a complicar muchísimo».

Aún hay algo peor, que Begué resume bien fácil pero pasa por la cabeza de todos. No solo de los hosteleros, sino de muchos empresario­s de otros ramos que deberán afrontar los implacable­s números de estas semanas de cuotas de autónomos, alquileres, impuestos, salarios y demás facturas. «Se habla de que existe una posibilida­d real de que se produzca una nueva oleada de contagios después de empezar a funcionar. Eso sería terrible, muchos no podrían o no podríamos superarlo. Un nuevo cierre temporal acabaría con casi todos, seguro».

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