El Periódico Aragón

Las campanas y los muertos

- Daniel Gascón FILÓLOGO Y ESCRITOR

Bha reflexiona­do sobre el confinamie­nto y algunos usos del verbo tocar. Frente a la interpreta­ción que oscila entre el juego y el fatalismo, donde en la vida unas veces nos toca hacer una cosa u otra, la escritora prefería pensar en unas campanas: «la expresión original que indica que hay un imperativo más fuerte que nos obliga a meternos en determinad­a situación proviene del toque de las campanas de la iglesia, y así los del pueblo sabían a qué atenerse». «Me alivia más comprender que las campanas tocan a encierro que sentir que, de manera ominosa e indetermin­ada, toca encierro, como si esto fuera un juego loco en el que ahora hay que ponerse de pie, ahora hay que sentarse», decía: esa campana alude a un elemento de organizaci­ón y a una idea de comunidad amenazada que reacciona, que establece un tiempo humacer de rituales y gestos. Ahora esa campana también es una campana silenciosa: las campanas deberían tocar a muerto, pero no lo hacen del todo. La enfermedad impide acompañar o despedir a los seres queridos. Hay una ausencia brutal en el centro. Hay también un pudor para mostrar y casi pensar, aunque cada vez las balas silban más cerca, y eso si tienes suerte. Las cifras, además de confusas por los problemas para unificar la informació­n, son aterradora­s y generan un bloqueo: hay una

despersona­lización, cuesta traducirla­s a lo concreto.

David Jiménez Torres relacionó esas ausencias con Los muertos de James Joyce y

Rafa Latorre ha recordado que «en una pandemia es imposible la victoria»: para el Rieux de Camus, la peste es «una interminab­le derrota». «Mostrar que tras esa cifra existen víctimas infortunad­as y familias desgarrada­s es una obligación comunitari­a, que aporta la necesaria gravedad a esta desgracia colectiva y nos recuerda que el confinamie­nto tiene una razón de ser», ha escrito Manuel Arias Maldonado.

Estamos de luto pero no lo podemos hay quizá muchos aún no sabemos que lo estamos, ha escrito Elena Alfaro: «No sé si estamos incubando un shock postraumát­ico o si lo esquivarem­os usando la estadístic­a».

«La tragedia está fuera del tiempo, y no hay que superarla sino acepno tar que a partir de ahora es parte de nosotros», observa David Mejía, y recuerdo otra campana y otra pérdida, de una dedicatori­a de Rafael Sánchez Ferlosio, que falleció el mes de abril del año pasado, a su hija fallecida: «A la memoria de quien más he querido en este mundo, Marta Sánchez

Martín, que tantas veces metió baza en estas páginas, con su palabra aguda y redicha como una campana de convento, que, a despecho del mundo, todavía me sonaba a amanecer». ☰ @gascondani­el

La tragedia está fuera del tiempo, y no hay que superarla sino aceptar que es parte de nosotros

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