Decepcionado

Siempre he sido defensor de lo público, sobre todo Sanidad y Educación, está claro. En esta crisis la Sanidad está pagando parte del precio de tantos recortes anteriores, pero los sanitarios están poniendo en valor lo vocacional de su profesión, el esfuerzo más allá de lo exigido. La dedicación e implicación que están demostrando se merece más que un aplauso a las 8. Sin embargo, estoy total y absolutamente decepcionado con el papel que el colectivo educativo, por lo menos en mi entorno de colegio público, en teoría bien valorado, está demostrando, que básicamente consiste en ponerse de lado, delegar en las familias los temas académicos para con nuestros hijos y hacer un muy mínimo esfuerzo usando las tecnologías que casi todos tenemos cerca para su uso académico, escudándose en no saber. ¡Se llama no querer!, que para grabarse haciendo el ganso con las típicas canciones de esta crisis sí saben. Hay por supuesto honrosas excepciones, pero es muy triste que la excepción sea la que está haciendo lo que debe y no al revés. Se pone de manifiesto que el número de personas que se dedican a este trabajo por tema vocacional es claramente inferior a los que acceden a él por sus ventajosas condiciones en muchos aspectos, y que la falta de supervisión y repercusiones aún les hace relajarse más. Es una auténtica pena la falta de esfuerzo y compromiso que están demostrando, o por no hacer, o por hacer poco y en dirección errónea, de la que nuestros hijos son los mayores afectados. Creo que todos tenemos que ser conscientes de que se puede defender lo público, pero a la vez exigir el correcto desempeño de la profesión, sin balones fuera ni quitar hierro al asunto, que ya vale. Solo pedir, quejarse, pero cuando hay que dar el todo, vemos lo que pasa.