«Era el Zaragoza, no pensé en lo que le rodeaba, en el desastre que se veía. No había sangre fría para decidir, pensé con el corazón»
—¿No temía que el Zaragoza pudiera bajar a Segunda B? Estaba solo a dos puntos tras aquella derrota en Ponferrada que supuso su salida.
—Yo no temía por el descenso a Segunda B, para nada. Lo único que estaba en mi cabeza era la posibilidad de reaccionar y meternos en playoff. El equipo se habría levantado seguro, no sé hasta dónde habríamos llegado, no quiero ser tan pretencioso de asegurar que hasta esos puestos, pero de que se habría levantado estoy más que seguro. Me conozco y soy muy constante, en el tiempo gano y si lo tengo soy capaz de retomar cosas, de lograr objetivos, porque soy pesado, currante e insistente. El tiempo va a mi favor, pero en el puesto de entrenador no es algo habitual y menos en un equipo con las urgencias de este Zaragoza tras esa temporada tan estrepitosa que significó su descenso.
—Se fue en silencio, solo leyendo un comunicado.