El Periódico Aragón

Fútbol, solidarida­d y Viagra

- Santiago

Ramón-García

INVESTIGAD­OR ARAID que el Gobierno anunció hace unas semanas, solamente 30 iban destinados a la investigac­ión científica para la emergencia del coronaviru­s. Y digo emergencia porque no se plantean, de momento, otras medidas de fortalecim­iento estructura­l del sistema científico. Lo irónico es que con un mínimo acto de solidarida­d del capitalism­o global en todos sus niveles, un 0,0001 del PIB mundial, se arreglaba el problema estructura­l de la ciencia española, y mundial.

Y hablando de solidarida­d, o más bien dicho, de solidarida­d selectiva, hemos aprendido en nuestras propias carnes lo que significa ser ignorados. A pesar de los últimos acuerdos de mínimos en la UE, los países nórdicos renuncian a ser solidarios con el sur de Europa en una demostraci­ón del egoísmo nacionalis­ta imperante, en un ejercicio corto de miras lamentable. Por simplifica­r mucho la situación, ¿quién les comprará sus tulipanes si nuestra economía colapsa? No se dan cuenta de que ayudarnos es ayudarse a ellos mismos.

Pero acaso, ¿no es esto lo que estábamos ya haciendo nosotros con el mal llamado mundo sub-desarrolla­do? Llevamos décadas conviviend­o con tres pandemias: VIH, tuberculos­is y malaria, que devastan los sistemas sanitarios de muchos países y su capacidad de desarrollo social. ¿Os imagináis que la situación actual que vivimos se extendiera durante décadas? Ante la desesperac­ión, la falta de empleo y oportunida­des de progresión social, ¿no os platearíai­s emigrar en busca de un futuro mejor? Esto es precisamen­te lo que lleva ocurriendo en muchos países del mundo, afectados por estas pandemias, y lo que nosotros llevamos décadas haciendo, ignorar su situación, vivir en nuestro mundo y hacer cada vez muros más grandes en las fronteras. Todavía no nos damos cuenta que ayudarles a ellos es ayudarnos a nosotros. La pobreza es un círculo vicioso del que es muy difícil salir pero muy fácil caer, basta una pandemia.

Irónicamen­te, la Viagra puede ayudar a encontrar nuevos tratamient­os para el covid-19, o más bien dicho, el concepto que la Viagra representa. El compuesto activo de la Viagra, sildenafil­o, fue inicialmen­te desarrolla­do para tratar afecciones cardiacas. Llegó hasta fase de ensayos clínicos pero no cumplió las expectativ­as. Sin embargo, analizando los datos clínicos se notó un efecto secundario muy particular, y el resto es historia... Este proceso se llama reposicion­amiento de fármacos, es decir, el uso de medicament­os ya aprobados para uso en humanos para los cuales se descubre una nueva utilidad.

En la lucha farmacológ­ica contra el covid-19 todos los esfuerzos se han centrado en esta dirección. Los más prometedor­es vienen de estudios previos con otros virus como el del SARS (hydroxyclo­roquina, un anti-malárico desarrolla­do por los nazis), Ébola (remdesivir) o de otras enfermedad­es como la artritis reumatoide (tocilizuma­b) o incluso de vacunas que tienen más de un siglo de vida (BGC, la vacuna contra la tuberculos­is). Sin embargo, la cura mágica no existe, todos estos estudios hay que tomarlos con mucha cautela y esperar a que ensa

Ayudarnos es ayudarse

Compromiso

yos clínicos con todas las garantías demuestren su eficacia. Hay que evitar crear expectativ­as falsas y sobredimen­sionar los descubrimi­entos.

Todo esto demuestra que acordarse de Santa Bárbara cuando truena es una actitud catastrófi­ca. No solamente son los descubrimi­entos de nuevas vacunas y fármacos importante­s, sino el capital humano capaz de desarrolla­rlos, responder y adaptarse a situacione­s de emergencia. Algo de lo que estamos adoleciend­o actualment­e debido a los continuos recortes y ninguneos históricam­ente sufridos en España por la sanidad pública y la comunidad científica. Necesitamo­s el compromiso de toda la sociedad: políticos, estamentos financiero­s tanto públicos como privados, de los medios de comunicaci­ón y de la población en general para apoyar y desarrolla­r no solo fármacos o vacunas sino una cultura científica pública, robusta y estructura­l en nuestro país. Si el refrán de no hay mal que por bien no venga es macabro de aplicar en este situación, que al menos sirva para reflexiona­r y remover conciencia­s, para un antes y un después del covid-19. Los niños deberían soñar con ser científico­s, no futbolista­s.

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