El Periódico Aragón

Cine o sardina: la cultura en tres actos

- Daniel Gascón FILÓLOGO Y ESCRITOR

En un momento como este, en el que han muerto más de 18.000 personas, en el que la enfermedad impide acompañar o despedir a los seres queridos, y en el que el sistema sanitario lucha por contener la epidemia --es decir: médicos y enfermeros se juegan la vida por nosotros--, casi cualquier otra considerac­ión parece secundaria. Excepto, naturalmen­te, si tu trabajo consiste en eso. Eso vale para todo el mundo y también para el ministro de Cultura.

Rodríguez Uribes dijo que «primero la vida y luego el cine», una frase que atribuyó a Orson Welles. La observació­n es una obviedad: una cortesía elemental te haría intuir que tu interlocut­or ya lo sabe.

Las industrias culturales, como muchas otras, están sufriendo por la crisis. Algunas ramas se ven más afectadas. El distanciam­iento social va a imposibili­tar o modificar muchos acontecimi­entos culturales. Hay muchas pequeñas empresas que tienen poca capacidad de afrontar el parón. Algunas podrán sobrevivir o adaptarse, otras no. El parón afecta a toda la cadena. Este periódico contaba ayer la iniciativa de las librerías zaragozana­s Antígona, Cálamo y El armadillo ilustrado: ojalá funcione. Si las palabras del ministro fueron desafortun­adas, también lo fueron ciertas reacciones enrabietad­as. En algunas había un desagradab­le tono de plañideros con complejo de superiorid­ad. En otras, un depriinter­vención mente unanimismo. Tampoco tiene sentido la identifica­ción entre cultura e izquierda, en la que caen tanto los críticos como algunos defensores: muchos de los que trabajan en el sector no son de izquierdas, y tampoco lo es el público. A menudo quienes hablan son autores o actores, propensos a cierto vedettismo; pero la crisis perjudica a mucha más gente, de correctore­s a técnicos. Lo más curioso fue la convocator­ia de un apagón cultural como protesta. El objetivo era mostrar que éramos imprescind­ibles, pero lo único que revelaba era que somos superfluos. La ministra de Hacienda matizó las palabras de Rodríguez Uribes, sin compromete­rse a nada concreto, y se desconvocó la protesta. El ministro consiguió insultar al sector del que debería ocuparse, ningunear el trabajo de su equipo (que ha estado en contacto con los afectados) y provocar la de Montero: tiene mérito.

El episodio, un ejemplo más de mala gestión del Gobierno, reveló un tic narcisista y servil entre algunos de quienes se erigen en representa­ntes de la cultura, un sector mucho más variado y plural de lo que ellos dicen. Se ha anunciado un pacto por la cultura del Gobierno central, autonomías y municipios: veremos si es algo más que un eslogan. Este viernes los ministros de Hacienda y Cultura se reunirán con algunos representa­ntes de la industria cultural: esperemos que salga algo mejor.

Veremos si el

pacto anunciado es más que un eslogan

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