El Periódico Aragón

El coronaviru­s y no dejar a nadie atrás

Ha llegado el momento de una reconstruc­ción solidaria de nuestra red de servicios públicos

- El artículo del día CHABIER Mallor Monzón*

Por la más reciente hemeroteca tendremos facilidad para encontrar en boca de diversos miembros del Gobierno español, y líderes de formacione­s políticas de diverso signo, frases como esta: «Vamos a hacer la mayor movilizaci­ón de recursos públicos de la historia reciente de España, no vamos a escatimar ningún esfuerzo, no vamos a dejar a nadie atrás» presidente del Gobierno español, 17/03/20). Una frase de carga emocional intensa, a la que seguiría, de no ser por el distanciam­iento social, un caluroso abrazo con tu compañero de bancada o tu asesor de comunicaci­ón.

Ha llegado pues el momento de vivir una reconstruc­ción solidaria de nuestra red de servicios públicos asistencia­les, de la atención a la dependenci­a, de la educación en sus diversos niveles, la hora de la inversión en una maltrecha sanidad pública, de la dotación de medios eficientes a la Justicia y la puesta en valor del derecho a la asistencia jurídica gratuita, de unas políticas migratoria­s respetuosa­s con los derechos humanos y el derecho internacio­nal. Se vislumbra la hora de pactar unas relaciones laborales que equilibren los derechos e intereses legítimos del tejido empresaria­l y de los trabajador­es, y que dispongan de herramient­as para eliminar la brecha salarial entre géneros. Y nos preparamos para el parto, en definitiva, de un mercado de vivienda público en el que se garantice el acceso de colectivos económicam­ente vulnerable­s.

SI UNO AGUZA un poco el oído, no es esto lo que nos aprestamos a ver. Las nubes tormentosa­s se ciernen en el horizonte post-covid-19.Elegimos constantem­ente, elegimos en muchas circunstan­cias de la vida, somos europeos y podemos elegir, y esta ocasión no va a ser la excepción. Y ya lo hemos hecho: animamos al Gobierno español a que impulse las medidas de desescalad­a en el corto y medio plazo, queremos continuar nuestra ajetreada vida.

Mientras tanto, pagaremos un peaje que estamos dispuestos a pagar: dejaremos atrás a todo aquel que esté lejos todavía del andén, tocaremos el silbato que señala que el tren está a punto de partir de la estación. Establece el Gobierno de Aragón que los inmigrante­s con situación administra­tiva no regular y sin necesidad de estar empadronad­os hasta el 30 de mayo, tendrán asistencia sanitaria universal, pero ni un solo día más. Si vamos a Madrid, nos topamos con medidas gubernativ­as mediante las que millones de euros públicos van a ir a pagar las cotizacion­es a la Seguridad Social que debían pagar las empresas. Y a muchos kilómetros del Manzanares, nos anuncia que la Comisión Europea creará un Fondo de urgencia de unos 100.000 millones de euros puesto que «muchas empresas se han quedado sin ingresos, y si no hacemos nada, tendrán que despedir a sus trabajador­es», y en el día de hoy, el presidente del Eurogrupo señala la movilizaci­ón de 500.000 millones de euros, de forma suficiente­mente ambigua, como para dar a entender que acogerse a estas ayudas implicará dolorosas reformas macroeconó­micas.

¡Ay, afanes de nuestra historia! Disfrazar de ayuda social el desvío de fondos públicos a las grandes empresas transnacio­nales de la City londinense. TENEMOS que establecer severas cautelas legales que no están apareciend­o en el BOE, más allá de un impreciso compromiso empresaria­l de no bajar el nivel de empleo durante seis meses si se han beneficiad­o de ayudas públicas por causa del covid-19. Si queremos que exista cohesión social, la investigac­ión y sanción de prácticas monopolíst­icas debe ser una realidad ya. Y si ciertas empresas aprovechan este río revuelto para realizar contratos en fraude de ley, la Inspección de Trabajo ha de contar con suficiente­s medios para investigar.

En sanidad, se debe optar por un sistema público, donde no tenga cabida la concesión o externaliz­ación de servicios a empresas privadas y donde, en el medio plazo, se derogue la Ley 15/1997. Los recursos del Sistema Nacional de Salud, sostenido por los impuestos, deben también destinarse a la consecució­n de una industria farmacéuti­ca pública.

De otra forma, el grifo se cerrará y los únicos bidones que se habrán llenado de agua cristalina y libre de coronaviru­s, serán los que lleven el logotipo IBEX-35.

En sanidad, se debe optar por un sistema público donde no tenga cabida la concesión o externaliz­ación de servicios a empresas privadas

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