Guerra de protagonismos
El excesivo deseo de protagonismo de algunos dirigentes del fútbol profesional español está generando una absurda guerra sin cuartel, en la que a los generales solo les importan las medallas, ninguneando a la tropa, que es la que, en definitiva, genera el contenido, el interés de la parroquia, de los patrocinadores y de los audiencias televisivas, sin las cuales el tinglado se viene abajo.
Ya va siendo hora de que los máximos responsables de los dos organismos que, supuestamente, rigen el mundo del balón, dejen de mirarse tanto el ombligo y hagan sus deberes, que no son otros que ponerse de acuerdo para que se puedan reiniciar las competiciones cuanto antes, recoger los restos del naufragio y remar hacia adelante. Confiemos, por el bien del fútbol, que los mandatarios actúen con la lógica y el sentido común que requieren unas circunstancias que no aconsejan ningún tipo de personalismos, si no más bien al contrario, que aparquen sus diferencias y que se pongan de acuerdo con los jugadores o con sus representantes, que son los que, a fin de cuentas, ofrecen el espectáculo y producen los dividendos necesarios para que la fiesta continúe.