Nos portamos bien
Estamos en casa, recluidos, esperando que algún día este virus asesino pase de largo. Echamos de menos muchas cosas, la presencia de nuestros hijos y la mirada y los juegos de nietas y nietos.
El tiempo pasa muy despacio entre informativos, cifras y consejos. Las noticias son pesadas, largas y jactanciosas, las cifras espeluznantes y los consejos, pues eso… consejos.
Desde la pequeña terraza vemos que en las calles se respira mucho silencio y también paz, demasiada paz.
Pero las terribles cifras nos traen recuerdos muy recientes de armonía y de felicidad.
He bajado un par de veces a comprar alimentos, especialmente pan… no se ve a nadie, tan solo dos personas nos cruzamos con bastante espacio, pero no nos hemos saludado, apenas nos hemos mirado, hay respeto miedo y temor. Las cifras son muy preocupantes, son demasiados los ausentes y la gran mayoría de los desaparecidos son personas mayores sobre todo ancianos, muchos de ellos en residencias donde fueron a pasar sus últimos días sin pensar que sería tan pronto, otros terminan en sus casas recluidos y en soledad con la seguridad de que pronto pasarán al olvido.
Cada tarde esperamos ansiosos la hora a la que toca aplaudir hasta que nos duelan las manos rogando esperanza.
Solo nos toca esperar con fe rodeados de nuestros recuerdos esperando que todo esto termine, que cuando hayamos recuperado la libertad de movimientos y veamos en los parques niños jugando y riendo seguro que nos olvidaremos casi de todo.
Entonces cuando en los lugares públicos veamos paseando algunas personas mayores, mírales con educación y respeto, porque aquellos que estén todavía presentes… serán los auténticos supervivientes.