El Periódico Aragón

Un respiro breve para la primera línea

Los intensivis­tas perciben un descenso de los ingresos y normalizan el trabajo El doctor Antonio Tejada explica el paso «de cero a mil» en los días iniciales

- F. MANTECÓN fmantecon@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

«Por lo menos se va viendo algo de luz al fondo del túnel, y eso ayuda a reducir la presión psicológic­a. La situación está algo más calmada, algo más cómoda, y al final a todo nos acostumbra­mos». Así explica el doctor Antonio Tejada, intensivis­ta en la unidad de cuidados intensivos de Trauma del hospital Miguel Servet de Zaragoza (ahora destinada al covid-19, como casi todas), el breve respiro que está dando la enfermedad al personal sanitario en primera línea contra los casos más graves de la enfermedad. Con toda cautela, eso sí, «ponemos una vela para que no haya repuntes», explica.

La presión en todos los frentes ha bajado, también en la entrada de pacientes, que «al principio eran cinco al día, y ahora dos o tres por semana» en su unidad, explica. Pero también ha ayudado acostumbra­rse a una mecánica de trabajo estricta, en cuanto a equipos de protección individual (los famosos EPI), zonas claramente delimitada­s y turnos de trabajo.

Con algo más de perspectiv­a, el agobio del facultativ­o es palpable cuando recuerda los primeros días de estallido de la pandemia. «Somos personas», como no deja de repetir, y por muy profesiona­l que se sea, o más de tres décadas de trabajo que se lleven, como es su caso, el impacto de la enfermedad fue brutal.

«Pasamos de cero a cien, bueno, de cero a mil, en pocos días. Era una enfermedad nueva, que no habíamos estudiado, y tuvimos que establecer métodos de aislamient­o y formas de trabajar que no habíamos ni soñado. Había cierto desbarajus­te incluso en revistas médicas sobre las conclusion­es, que es normal, así es la ciencia y la medicina, sobre todo con una enfermedad que no está sedimentad­a. Vamos teniendo cierta experienci­a», cuenta.

En su caso al menos ya contaba con su formación como intensivis­ta, algo que otros compañeros tuvieron que adquirir a marchas forzadas ante el «tsunami» de contagios, desde anestesist­as a cirujanos, pasando por otorrinos y otros muchos especialis­tas.

«Gracias a Dios en la uci no hemos tenido muchas bajas, tuvimos que hacer formación continuada sobre todo en cuanto a tratamient­o y manejo del aislamient­o, pero no más. Estamos acostumbra­dos a tratar con pacientes contagioso­s, de meningitis, por ejemplo, pero esto no lo habíamos visto ni en cantidad ni en calidad, porque la enfermedad respirator­ia hace que nos lleguen casos muy graves», explica.

En su unidad, recuerda, se prepararon rápidament­e, «evacuando a los enfermos limpios, por decirlo así, a otras salas, y desde el primer viernes que llegó el primer paciente, empezamos con

«En las ucis somos una familia, todos son esenciales, y cada paciente de alta es una victoria de equipo»

tres o cinco diarios». Una «presión psicológic­a» que dejó huella, con imágenes de «gente llorando, los primeros días, somos personas». La situación amenazó con desbordarl­es, porque, como recuerda, «nuestra unidad de potencia no son las camas, son los respirador­es, y si se hubieran agotado hubiese sido delicado».

Afortunada­mente no pasó, y el equipamien­to, en su caso, «parecía que no fuera a ser suficiente, pero lo ha sido, y va llegando de mejor calidad. Siempre hablando de mi unidad y del Servet, claro», señala.

Las condicione­s de trabajo, con turnos duplicados y triplicado­s, no ayudaban además con el miedo al propio contagio y, sobre todo, al de la familia. «Yo tengo 55 años, ya estoy en una edad para tener un disgusto si me contagio. Siempre tienes ese momento al día en que piensas que te estás jugando la vida, pero es lo que toca, también se la juega un camionero cuando sale a la carretera. Pero también lo pasaba mal por la familia. Me he aislado en casa de mi suegro, y me consta que casi todos los compañeros han hecho lo propio en casas u hoteles, si han podido», expone.

Con todo esto, no es de extrañar que hubiese aplausos con las primeras altas. «El primer paciente que extubamos, y mira que has visto antes pacientes salir, surgió solo. Psicológic­amente parece que combates algo invencible, y cuando ves que alguien sale, es un hito», explica. Se sigue haciendo, aunque ya no se le dé tanta publicidad, afirma. Al fin y al cabo, es una victoria común.

«En las unidades de uci somos

 ?? GOBIERNO DE ARAGÓN / SERVICIO ESPECIAL ?? Las zonas delimitada­s marcan la necesidad de protección especial, marcada con los nombres del personal.
GOBIERNO DE ARAGÓN / SERVICIO ESPECIAL Las zonas delimitada­s marcan la necesidad de protección especial, marcada con los nombres del personal.
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