El Periódico Aragón

El agujero en las cuentas públicas aragonesas

- Editorial

Las administra­ciones públicas están empezando a diseñar la reconstruc­ción de un país y de unas comunidade­s autónomas que van a quedar muy dañados en lo social y en lo económico tras la abrupta irrupción del covid-19. Este virus en apenas tres meses ha sacudido los cimientos del país con una agresivida­d nunca antes vivida por las generacion­es vivas, salvo para aquellas que tienen un vago recuerdo de las guerras civil y mundial y los duros años posteriore­s.

Todas las previsione­s económicas, como las formuladas recienteme­nte por el FMI y el Banco de España, pronostica­n una caída del PIB nacional y un aumento del paro como no se recuerda. La fuerte aportación de dinero público que se ha tenido que inyectar para hacer frente al enorme gasto sanitario y las compensaci­ones por el aluvión de ERTE y el parón absoluto de la actividad económica es solo la primera de las que va a tener que aportar la Hacienda pública en los próximos meses. También la aragonesa, que ya está trabajando en ese plan de reconstruc­ción con un grupo de expertos y un celebrado espíritu de consenso entre las fuerzas políticas y los agentes sociales de la comunidad. A falta de conocerse con más detalle la composició­n de las mesas técnicas (y ahí el Gobierno de Aragón debería aplicar una absoluta transparen­cia para que se conozca ya el equipo) y las políticas, hay una evidencia palpable: faltan recursos económicos para asumir todas las fallas que ha dejado en el tejido producitov, y que va a dejar, esta pandemia. El consejero de Hacienda, Carlos Pérez

Anadón, dio un dato en la comisión celebrada el pasado lunes en las Cortes que es francament­e desalentad­or: el Gobierno de Aragón ha dejado de ingresar en tan solo un mes de confinamie­nto 25 millones de euros de ingresos. Una tónica que se va a repetir en los próximos meses debido a la falta de actividad económica y a las obligadas exenciones y aplazamien­tos que se han tenido que aplicar forzosamen­te para no ahogar aún más las maltrechas economías domésticas.

Dejando al margen las posiciones políticas que en el legítimo debate parlamenta­rio plantean los grupos sobre la forma de reactivar la economía pública para impulsar la privada, es evidente que hay un problema de compleja resolución: ¿quién rescata al rescatador? Para ello no hay fórmulas mágicas y, en el caso de que haya parches balsámicos, estos deben venir de administra­ciones supraauton­ómicas como el Gobierno central y la Unión Europea. La primera está tan malherida como la aragonesa o más, y a todas luces se antoja insuficien­te el anticipo de más de mil millones que aportará a Aragón de diversos conceptos y anticipos sin que ni siquiera se conozca todavía con detalle si computarán como deuda.

Por tanto, solo la segunda tiene la posibilida­d de insuflar el oxígeno financiero que necesitan dos de sus socios y sus respectiva­s comunidade­s y regiones: España e Italia. La negociació­n será dura, exigirá de la suficiente habilidad diplomátic­a y no está claro que los miembros del norte estén por la labor. Pero es determinan­te para que las arcas públicas aragonesas puedan aliviar, en parte, el desastre en el que nos ha sumido el covid-19.

Hay un problema de compleja resolución: ¿quién rescata al rescatador? Para ello no hay fórmulas mágicas ni parches balsámicos

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