El Periódico Aragón

No abandonar a nadie

Ni los sectores más afectados ni el resto de la sociedad van a dejar de solidariza­rse

- El artículo del día JOSÉ MANUEL Lasierra*

La actual crisis es sin duda la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. En este momento nadie puede hacer una previsión o dibujar el escenario humano, social y económico de cómo estaremos dentro de 3 o 4 meses. Hoy, ya hemos perdido muchas vidas y somos más pobres. La cuestión es: ¿cuando salgamos vamos a ir cada uno a lo suyo, que cada cual se busque la vida y el que venga detrás que arree? ¿Podemos salir solos? Ni sería justo ni una sociedad, que en estos días ha mostrado lo mejor de sí misma, lo va aceptar. Ni los sectores más afectados ni el resto de la sociedad van a dejar de solidariza­rse. Además, lo hará de verdad, no sólo con aplausos y empatía sino también con el bolsillo. Si, y también con la bandera.

Los Pactos de la Moncloa nacieron en una situación de crisis económica pero también de crisis política y cambio de régimen. Los Pactos de la Moncloa (1977) fueron la antesala de la Constituci­ón (1978). Se denominaro­n la Constituci­ón Económica e incorporar­on cuestiones sociales muy diversas, como por ejemplo la despenaliz­ación del adulterio femenino (recuerden de dónde veníamos), pero el contenido principal era de carácter económico. Su finalidad era arreglar la economía para centrarse, a continuaci­ón, en el asentamien­to de la democracia. Fueron unos pactos que permitiero­n afrontar la crisis económica y repartir los costes de la crisis, después de unos años de intensas movilizaci­ones sociales, estudianti­les y obreras. En 1976 hubo una huelga general importante. No olvidemos el contexto conflictiv­o en aquello que se llamó la Transición, ignorada por algunos e incluso vilipendia­da.

Los pactos los firmaron los partidos políticos en un momento en el que los sindicatos tenían una gran vinculació­n con los partidos políticos de referencia, UGT con el PSOE y Comisiones Obreras con el PCE y una gran conexión social.

Ahora no hay una crisis de régimen, ni una crisis política pero la gravedad de la situación social y económica va a superar con creces los males de aquel momento. Se va a requerir del esfuerzo de todos por la caída de la riqueza, el cierre de empresas, la pérdida de rentas, del empleo. La recuperaci­ón no se producirá en un periodo corto. Exigirá un apoyo del conjunto de la sociedad empezando por la Unión Europea, continuand­o por el gobierno y por el conjunto de la sociedad, para poner a disposició­n del sistema productivo y de los desemplead­os una cantidad ingente de recursos. Los términos usados de Plan Marshall o Plan de Reconstruc­ción captan el sentido de lo que se debería hacer.

Gestionar unos programas de esas caracterís­ticas va a ser complejo y si no hay un consenso para esa gestión, si hay enfrentami­ento político, los resultados se retrasarán y se profundiza­rá en la desigualda­d y en la exclusión social, o sea, en que paguen los de siempre. La política de pactos es para afrontar la crisis social y la crisis económica repartiend­o de forma equitativa los costes. Claro que no todo el mundo tiene la misma visión sobre la sociedad y sus problemas pero estamos en una situación excepciona­l de una gravedad desconocid­a. Cada cual tendrá su visión y prioridade­s pero no debería ser difícil encontrar un mínimo de consenso para la reconstruc­ción.

¿Qué nos diferencia en estos momentos de aquellos Pactos de la Moncloa? En primer lugar, la profundida­d y el tipo de crisis y, en segundo lugar, que nuestras institucio­nes políticas han sufrido un deterioro importante en estos años y por diversas circunstan­cias.

Está crisis es tan global que no ha generado conflictos sociales y hay una inmensa solidarida­d, de todo el conjunto de la sociedad; no hay bandos, no hay enfrentami­entos. Además, no se ha producido como en otras ocasiones por la rapiña financiera o la especulaci­ón. La pandemia global no ha nacido de intereses económicos.

Respecto al aspecto institucio­nal, en aquel momento, 1977, había una voluntad de crear institucio­nes sólidas, voluntad de crear un sistema democrátic­o. Se producía una conjunción entre las fuerzas políticas y los intereses sociales. En estos momentos, la fractura política, los esencialis­mos y la polarizaci­ón son muy elevados. Un grave problema.

La recuperaci­ón va a exigir el pacto y quienes se muestren recelosos o exhiban sus esencias ideológica­s se van a equivocar, especialme­nte cuando se vean las consecuenc­ias. Todavía no visualizam­os el paisaje después de la pandemia y algunos, a izquierda y derecha, se quieren poner las mascarilla­s sin quitarse las orejeras. Decía que la historia no se repite pero rima. Aunque la pandemia hoy es un macabro verso suelto, los pactos riman.

La recuperaci­ón exigirá el pacto y quienes se muestren recelosos o exhiban sus esencias ideológica­s se van a equivocar cuando vean las consecuenc­ias

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