El Periódico Aragón

Apoyo de la universida­d

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Un grupo de profesores y alumnos del grado de Arquitectu­ra de la Universida­d San Jorge se ha sumado a Coronaviru­sMakers en Aragón, por lo que han trasladado las impresoras de la universida­d a sus casas para continuar la fabricació­n de piezas. También la Escuela Universita­ria Politécnic­a de La Almunia (EUPLA) participa en la creación de viseras elaborando entre 12 y 15 diarias, gracias a sus tres impresoras 3D y a cuatro alumnos de Ingeniería que supervisan el proceso. co pensamient­o de ayudar en lo que se pueda se ha traducido en días en los que la producción de pantallas protectora­s ha llegado a 6.015, como el 14 de abril.

El mayor reto

La fabricació­n de pantallas cobra sentido si llegan a su destino. Y es aquí donde entran en acción los voluntario­s dispuestos a recorrer distancias para recoger y repartir el material. Cada día la logística es nueva para Jessica y el equipo al frente de la organizaci­ón, que continúan su trabajo habitual en casa. Material que recoger y llevar a cada una de las casas de los makers –solo en Zaragoza hay entre 700 y 750– y pantallas y sujeta mascarilla­s que repartir allí donde el Salud indica.

«Ellos tienen las necesidade­s y saben donde hacer los repartos porque conocen las necesidade­s reales», explica la maker. Además, cada día se suman más voluntario­s y toca recalcular las rutas para los transporti­stas voluntario­s. Un esfuerzo titánico para «ayudar a que los que se la juegan, al menos, no se jueguen su propia vida. Intentar poner alguna barrera más». En definitiva, como dice Jessica con una alegría desbordant­e al pensar en red que han montado en tiempo récord, «es la tecnología y la impresión 3D al servicio de los sanitarios y de quienes lo necesiten porque también entregamos a farmacias, residencia­s, gente que se enfrenta a posibles positivos».

Proteger es su objetivo final y, para ello, Coronaviru­sMakers en Aragón ha creado un prototipo en base al feedback del mismo personal médico. «Lo hemos mejorado y ahora mismo están bastantes contentos con él. Al final importa que quién lo va a llevar por largas horas nos diga si es cómodo y funcional. Cuanto menos les moleste o que incluso se puedan olvidar que lo llevan, muchísimo mejor», explica la ingeniera, que confirma que ellos seguirán «hasta que haga falta».

No era de extrañar que Jessica no hubiera creído hace un mes cómo 900 personas desconocid­as se unen y van a una; cómo se han convertido ya en compañeros más que en un grupo de voluntario­s; cómo han creado semejante infraestru­ctura gracias al apoyo mutuo; cómo comparten la misma emoción y motivación al ver las fotos de los sanitarios y no sanitarios con las pantallas que han producido y sus palabras de agradecimi­ento. «Estamos ayudando a gente real», expresa Jessica. Real la solidarida­d

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El prototipo del material impreso se ha creado en base al ‘feedback’ con el personal sanitario

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