La fiesta, lejos de las calles
El confinamiento de los aragoneses hizo que muchos de los rincones más típicos lucieran vacíos y que pasteleros o floristas vendieran menos
El Día de Aragón fue menos fiesta con gente llenando las calles. La fiesta va más allá de lo institucional, era día de libros, de rosas, de comprar lanzones, de ver espectáculos... Todo lo que no es institucional ayer se refugiaba en los hogares, algún tímido recuerdo en los balcones, banderas de la tierra, ante la imposibilidad de juntarse unos con otros y vivir la celebración. El centro de Zaragoza, otras veces plagado de gente, lucía vacío. Y el de los libros no fue el único sector afectado, pues floristerías y pastelerías también tuvieron que adaptarse a una demanda a medio gas.
«Nosotras abrimos el lunes y estamos solo por las mañanas, porque tenemos más posibilidades de que vengan clientes. Aun así, las ventas han bajado mucho, aunque en los últimos dos días se ha notado un repunte por San Jorge», explicaba Elisa Lorda, de Pastelería Lalmolda.
Insuficiente, ya habían perdido «más de la mitad de las ventas» respecto al 23 de abril del año pasado, por más que han hecho todo lo posible para aguantar el golpe: «No habíamos hecho repartos hasta ahora. Cuando empezó el estado de alarma nos metimos en una web con la que la gente puede hacer pedidos online y eso nos está ayudando», decía.
En la pastelería Picotea, solo están trabajando en el establecimiento: «Nuestra tienda está en Las Fuentes, un lugar donde se juntan las peñas, y este año ha sido raro porque pensábamos que no habría movimiento, pero la gente sigue viniendo», explicaba Sorina, dependienta que, sin embargo, constataba que sí se está notando la crisis: «De normal para estas fechas hacemos cinco tamaños de lanzones, este año solo hicimos tamaño pequeño, mediano y grande porque la gente no se está juntando para comer».
Otro de los sectores que ayer recordaban tiempos pasados era el de las flores. Paloma Egea, gerente de Floristería Paloma, aseguraba que «se ha notado muchísimo, ahora solo podemos trabajar online y eso nos está costando mucho porque la gente está acostumbrada a ir a la tienda y coger lo que le gusta». Aunque el Día de la Madre está a la vuelta de la esquina y ya están trabajando mucho en redes: «Hemos tenido que hacer videos promocionales y sobre todo tirar de archivos. De momento tenemos encargos y se va a trabajar».
Pero para el Día de Aragón, la disminución en la venta de flores era evidente, aunque es una constante en los últimos años: «No sé hasta qué punto tiene que ver con el coronavirus. En Zaragoza hace años se movía algo, pero ahora... Este año se han repartido en total cinco rosas por San Jorge», lamentaba.
Pero ahí estaban, trabajando. En un San Jorge sin libros, sin claveles, sin música, sin actos públicos, sin el color de un Aragón que su día especial lo vive en unas calles ahora vacías.
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