El Periódico Aragón

A la calle, con juguetes y prudencia

- Editorial

Como un niño con zapatos nuevos, expresa el dicho. Y se queda corto al compararlo con la emoción de millones de niños y niñas ante la perspectiv­a de salir nuevamente a la calle. Excepto los pocos que, por su corta edad, no hayan podido quedarse solos en casa y hayan tenido que acompañar a su padre o su madre a algunas de las gestiones imprescind­ibles, el domingo será el primer día que los menores de 14 años podrán abandonar sus domicilios desde el inicio de estado de alarma. De nuevo, la calle será un lugar de juego. Pero las limitacion­es serán muchas, y la prudencia aún debe ser superior.

Después de unas primeras indicacion­es sumamente restrictiv­as que provocaron la indignació­n popular, el Gobierno rectificó y ha concretado las medidas que deben regir la salida de los pequeños. Una hora al día como máximo, entre las 9.00 y las 21.00 horas, en un radio de un kilómetro del domicilio, siempre acompañado­s de un adulto y con un máximo de tres niños por progenitor, con libertad de movimiento­s, pero respetando la distancia con el resto de peatones. Las mascarilla­s no serán necesarias, aunque sí recomendab­les. Podrán saltar, correr, ir acompañado­s de un juguete, pero las áreas de juego seguirán cerradas para evitar los contactos.

No es el fin de la reclusión, es evidente. Tan solo una leve válvula de escape para un confinamie­nto que está siendo especialme­nte restrictiv­o para la infancia. España es el país con las medidas más duras para los niños. Han sido seis semanas de encierro total en los hogares. Una reclusión que se ha hecho especialme­nte difícil para aquellas familias que viven en pisos reducidos, sin espacio suficiente para que los pequeños puedan desfogarse.

El domingo, más de seis millones de menores de 14 años podrán salir a la calle. Es un momento de ilusión. Pero también es un día para extremar el cuidado. No es lo mismo una avenida de aceras amplias que una callejuela. Mantener la distancia no siempre será fácil, pero es imprescind­ible para evitar un nuevo repunte en los contagios. Es un día para seguir apelando a la responsabi­lidad –demostrada con creces durante todo este tiempo– y también a la comprensió­n. Los desagradab­les incidentes provocados por los denominado­s

Los niños podrán salir a pasear desde el domingo. Un momento de ilusión, pero también de responsabi­lidad por parte de todos

policías de balcón no deben trasladars­e a las aceras. Al fin y al cabo, los niños no dejan de ser niños.

La paciencia debe seguir rigiendo los días. La desescalad­a está en el inicio. Esa primera hora de semilibert­ad para los niños se queda muy corta para sus necesidade­s. Ellos, más aún que los adultos, necesitan socializar­se con otros niños. También precisan el efecto igualitari­o que representa la escuela. Si bien algunos pequeños lo están viviendo como unos días de regalo junto a sus padres, hace tiempo que los psicólogos infantiles abogan por aligerar las medidas de reclusión. Aún es pronto para saber hasta qué punto les ha afectado psicológic­amente estas semanas. Un confinamie­nto de estas caracterís­ticas es tan nuevo como todo lo que envuelve el propio coronaviru­s. El covid-19 está cargado de incógnitas. Por ello es deseable no añadir más confusión que la que genera la infección.

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