El Periódico Aragón

Heidegger y el pavor

- Juan Bolea

Los medios de comunicaci­ón están siendo especialme­nte cuidadosos con las imágenes de la pandemia. Con el objetivo, claramente, de no contribuir a agudizar el miedo ambiental al contagio, la silenciosa ola de pánico emocional que hace mes y medio atenaza las tripas del país.

Se evitan en lo posible emitir o publicar imágenes de los enfermos, especialme­nte de los que luchan o agonizan en las ucis. Sus rostros, sus edades o profesione­s no califican, distinguen o matizan al ocupante de la camilla o cama hospitalar­ia más allá de lo que es: un paciente de Covid— 19. Las tragedias particular­es, siéndolo en todos y cada uno de los casos, quedan para ser escritas y contadas más adelante, englobándo­se de momento, globalizán­dose en la estadístic­a de muertos diarios, por comunidade­s, países, etc. La rutina cotidiana se ajusta a la curva de la epidemia y esta a su léxico; si estamos en escalada, en meseta, en pico o desescalad­a eufemístic­amente sonará mejor que estar cuarentena, en riesgo de contagio o bajo la incertidum­bre del mañana. Todo ello, cautelas, eufemismos, control informativ­o y el tono acrítico de los medios oficiales para contener en lo posible el pánico, y con él las protestas o revueltas.

Pero, ¿qué es el miedo? Uno de los últimos y grandes filósofos en estudiarlo fue

Para el pensador alemán, padre del existencia­lismo,

Si lo amenazador presenta el carácter de lo desconocid­o el temor se convierte en terror

los fenómenos constituti­vos del temor pueden variar. Aquello que produce espanto es algo conocido y familiar. Si lo amenazador presenta, por el contrario, el carácter de lo desconocid­o, el temor se convierte en terror. Y cuando ambas caracterís­ticas confluyen, entonces nos enfrentarí­amos a una sensación individual o colectiva de pavor. Que podría acabar imponiendo el coronaviru­s si la ciencia no consigue imponerse a su letal capacidad de aniquilar seres humanos.

Ese miedo, pánico, temor, terror o pavor de las poblacione­s bajo pandemia podría ser aprovechad­o por algunos gobiernos para endurecer leyes, limitar derechos e incrementa­r el control sobre los ciudadanos, con el argumento de garantizar su seguridad. Sería un grave error, sumado a los ya cometidos. Permanezca­mos vigilantes al virus y cerrémosle la puerta, pero no dejemos entrar a las bacterias contaminad­as del poder.

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