Varios municipios siguen la senda de Teruel y otros se lo piensan
Daroca no va a celebrar la tradición de los Corporales el próximo 11 de junio Huesca, Jaca y Calatayud esperan a ver cómo evoluciona la situación sanitaria
En Aragón las fiestas patronales son un acontecimiento social y un recurso económico de primer orden. Por eso reina ahora una incertidumbre generalizada y los ayuntamientos dudan entre la suspensión de las celebraciones populares y la espera para ganar tiempo y ver cómo evoluciona la situación sanitaria.
En esta tesitura, los eventos de mayo y junio se van al traste, pero los de agosto no han sido cancelados, pues los consistorios y los peñistas creen que todavía hay margen de maniobra. En medio está la postura de los pueblos y ciudades que posponen sin aventurar la fecha de la segunda oportunidad.
Daroca, por ejemplo, da casi ya por perdida la tradición de los Corporales, fiesta local que este año caería el 11 de junio. «Aún no sabemos qué se va a hacer, hay que hablar con Entrepeñas, pero casi seguro al 99,99%, que se suspenderán o aplazarán», asegura el alcalde de la localidad, Álvaro Blasco.
«Cabe la posibilidad de que se hagan más adelante, con una fiesta más pequeña», añade el regidor, que está en permanente contacto con el párroco para ver qué se hace al final.
Blasco reconoce que se ha visto influido por lo que pasa alrededor: las cancelaciones de las fiestas de Huesca, de la tomatina de Buñol, de los Sanfermines... «Esto podría afectar incluso a la feria medieval que organizamos a finales de julio», comenta.
En Calatayud ya se han suspendido algunas celebraciones en barrios y pedanías, afirma su alcalde, José Manuel Aranda, que precisa que no hay una decisión tomada respecto a las fiestas de la ciudad, en honor de San Roque, el próximo 15 de agosto. Aun así, indica que también podrían correr el mismo riesgo.
Por el camino irán quedando festejos como la Cruz de Huérmeda, la fiesta del barrio de la Consolación y la festividad de San Íñigo, que tienen una gran importancia en el municipio y en su zona de influencia.
En la ciudad de Huesca no e ha tomado todavía una decisión respecto de San Lorenzo, que cae a principios de agosto. Se sigue la evolución de la pandemia, dice un portavoz municipal, y se mira de reojo a las autoridades sanitarias del Gobierno central y de Aragón, que serán las administraciones que marcarán la pauta.
Jaca ya suspendió la celebración del Primer Viernes de Mayo, la recreación de una batalla legendaria de los cristianos frente a lo árabes, y uno de los días más importantes del calendario local. Y ahora todos están pensando qué se hace con las fiestas de Santa Orosia, a finales de junio, justo al comienzo de la temporada de verano. Con todos los bares, restaurantes y hoteles cerrados por el coronavirus, hay un clima de profunda preocupación entre los vecinos de una ciudad volcada en el turismo.
De momento, los responsables municipales no han dicho nada, pero, al igual que en el resto de Aragón, se aguarda al momento más adecuado para ver qué se hace finalmente.
Y en las localidades más pequeñas pasa tres cuartos de lo mismo que en las ciudades. De momento, San Isidro, tan popular en los pueblos agrícolas de Aragón, pasará con más pena que gloria el próximo 15 de mayo. Y en cuanto a las fiestas grandes, todas están en el alero, incluso las de agosto y septiembre.
«Aún no se ha abordado qué pasará con la festividad de la Virgen de la Peña ni con la de San Miguel Arcángel, las dos en septiembre», explica Francisco Verges, concejal en Alfajarín», que subraya que ahora mismo la prioridad municipal esta en la recuperación de la normalidad más que en unos festejos que todavía están lejos.
«Veremos a ver», dice filosóficamente Carmelo Rozas, concejal en el Ayuntamiento de Bujaraloz.
Aun los festejos de agosto penden de un hilo en todos los pueblos de la comunidad
«Hoy mismo no se ha celebrado la tradicional romería a la ermita de San Jorge porque estamos todos encerrados en casa», manifiesta.
Las fiestas grandes, dedicadas a San Agustín y Santa Mónica, son a finales de agosto, pero el pleno municipal no ha tomado ninguna decisión al respecto, que el propio confinamiento impone que se celebre por vía telemática.
«Todo dependerá de cómo evolucionen los acontecimientos», dice Rozas, que revela que en su localidad no se han detectado casos de coronavirus y que se sigue trabajando con normalidad en sus industrias.
En Bardallur, en la ribera del Jalón, no saben todavía qué harán cuando llegue agosto con su rosario de pequeñas y grandes celebraciones. «Veo difícil que se celebren», confiesa José Miguel Domínguez, su alcalde. «Va a ser un lío, todo va a ser un lío, y más para un pequeño municipio sin medios», apunta. Por eso en Bardallur, como en tantos sitios, los vecinos cruzan los dedos y esperan a que el coronavirus escampe.
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