El Periódico Aragón

Mujeres salvadas que salvan vidas

Quince víctimas de trata cosen batas y material sanitario para residencia­s y hospitales

- V. L. / L. R. MADRID

Su padre la vendió cuando tenía 14 años al pastor de su comunidad en Benin City, el epicentro de la trata de mujeres en Nigeria. Luego, su pastor la entregó a una red mafiosa que la trasladó a España. Sandra llegó en barco a Valencia hace seis años. Una mami de la organizaci­ón la recogió y la llevó entonces hasta un piso de Pamplona. «Primero permitió que su hijo me violara. Después, me dejó medio desnuda en un polígono, junto a un supermerca­do Eroski y me dijo: tienes que hacerme ganar mil euros a la semana. Si no lo haces, ya sabes lo que pasará con tu madre y tus cuatro hermanos». Un año después, fue rescatada: «La Policía me estaba vigilando y vino a salvarme, sabía que yo era menor de edad».

Sandra tiene cara de niña y la fortaleza de una mujer nigeriana que, con solo veinte años, ha sido esclavizad­a sexualment­e, liberada y se ha convertido en rescatador­a. Agradece su segunda oportunida­d a los policías que la recogieron de aquel polígono de la capital navarra y a Apramp, la ONG que le ha dado una nueva vida al otro lado del problema: ahora es ella quien ayuda a otras jóvenes que son prostituid­as en nuestro país. En el taller de costura que tiene en Madrid la Asociación para la Prevención y Reinserció­n de la Mujer Prostituid­a ha encontrado su vocación. Lo dicen sus compañeras: dos brasileñas, dos venezolana­s, una peruana, una colombiana, una pa

Solidarida­d

Las usuarias del taller han dejado los trajes de gala para hundir la aguja en las mascarilla­s

raguaya, una ecuatorian­a, una rumana, una nigeriana... que con ayuda de la ONG también lograron escapar de proxenetas que las obligaban a tener sexo en clubes y «pisos invisibles». También lo confirman sus diseños: Sandra será una gran modista. Y estos

Con la crisis del Covid-19, Sandra y sus compañeras han dejado aparcados los trajes de gala y otros arreglos para hundir la aguja en otro tipo de prendas, con fines sanitarios. Han hecho 8.000 mascarilla­s en un mes, enviadas al hospital de Ifema y a residencia­s de ancianos de Madrid, Castilla y León y Castilla-La Mancha. Cortan la tela, dan los pespuntes necesarios, añaden las gomas y... «una mascarilla más, otra vida protegida», cuenta mientras se frota los guantes de látex María, la mujer ecuatorian­a encargada del taller, que integra a 48 mujeres entre trabajador­as y alumnas en formación.

Más de 2.500 mujeres pasan por el centro de Apramp cada año. Son las propias víctimas, como Sandra, quienes una vez recuperada­s ejercen de mediadoras con mujeres que son explotadas sexualment­e en la calle, en pisos, en clubes... Son vidas rescatadas, que intentan salvar otras vidas.

800 mascarilla­s al día

 ?? JOSÉ LUS ROCA ?? Una de las mujeres participan­tes en el taller.
JOSÉ LUS ROCA Una de las mujeres participan­tes en el taller.

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