Un fuego arrasa La ceniza radiactiva
Estalló en 1986 desde hace tres semanas la zona de exclusión de la antigua central nuclear que ya ha llegado a Kiev, situada a un centenar de kilómetros
Las llamas devoran desde hace tres semanas la denominada zona de exclusión de Chernóbil, un territorio de 2.600 kilómetros cuadrados alrededor de la antigua central atómica soviética que explotó en 1986 y donde el acceso y la habitabilidad están severamente restringidos por las autoridades. Aunque las llamas no amenazan las instalaciones, escenario del peor accidente nuclear de la historia, sí podrían generar cenizas radiactivas que los vientos llevaran hasta grandes núcleos poblados como Kiev, ciudad situada tan solo un centenar de kilómetros al sur.
A principios de abril, la situación se tornó crítica, ya que las llamas se hallaban muy cerca de los depósitos de Podesli, donde se han almacenado residuos radiactivos de toda la zona y de la planta misma. Para esas fechas, el fuego ya había alcanzado la población de Pripiat, donde residían los trabajadores de la planta y sus familias, y que tuvo que ser evacuada 36 horas después de la explosión. Hoy es una ciudad fantasma y uno de los más importantes focos mundiales de atracción del llamado turismo de desolación, que busca lugares con morbo o que inspiren horror.
En varias ocasiones, las autoridades han dado por sofocados o controlados los fuegos, pero siguen apareciendo nuevos focos. «No hay amenaza para el refugio [el sarcófago] ni los residuos radiactivos en la zona de
Las llamas devoran un espacio de gran biodiversidad tras más de 30 años sin actividad humana
Incendio exclusión», insisten las autoridades, según Europa Press.
Los habitantes de Kiev, capital de Ucrania, han podido percibir en la atmósfera un humo que muchos atribuyen al incendio en Chernóbil. El Servicio de Emergencia Estatal sostiene que las emanaciones proceden de otros fuegos en la región de Zhitomir, a unos 100 kilómetros al este, y que los niveles de radiación son los normales. Sin embargo, hace tres semanas, cuando se inició la tragedia, Egor Firsov, responsable de una agencia medioambiental, dijo que el nivel de radiactividad en la ciudad era 16 veces superior al normal.
El efecto que tendrán los fuegos es la destrucción de una de las últimas zonas vírgenes que existen en el continente europeo, con una gran biodiversidad, precisamente debido a que en los últimos tres decenios no se ha ejercido en ella ninguna actividad humana. Allí habitan osos, bisontes, linces, caballos salvajes y unas 200 especies de aves, según el investigador Germán Orizaola, de la Universidad de Oviedo.
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