El Periódico Aragón

Replantear la atención a los ancianos

- Editorial

Dentro de la tragedia y la devastació­n que ha provocado el covid-19, destaca en España el drama inconmensu­rable de las residencia­s de ancianos, sobre todo en la Comunidad de Madrid y en Cataluña. Quince mil personas han muerto por el coronaviru­s en los geriátrico­s, un alto número de ellos también an Aragón, lo que supone una mortandad absolutame­nte desmesurad­a que obedece a causas diversas. La fiscalía ha abierto ya 207 diligencia­s, de las que 86 son penales. Las comunidade­s que están en el punto de mira son Madrid, con 353 centros privados y 72, públicos, y Cataluña, con 830 privados y 172 públicos. Los responsabl­es directos de malas prácticas o dejadez deberán responder, penalmente si correspond­e. Pero la responsabi­lidad última de las carencias estructura­les en el sector, ahora desveladas, y de la falta de una respuesta ante el impacto de la epidemia en estos centros, recaen en todos los casos en las administra­ciones responsabl­es de la sanidad y la atención a la tercer edad.

¿Qué ha ocurrido para que el coronaviru­s arrasara con las vidas de tantos internados en residencia­s geriátrica­s? Algunas causas son generales y otras específica­s de los geriátrico­s. Entre las primeras están que la dimensión de la epidemia no se vio venir a tiempo y que en las residencia­s, aún más que en los hospitales, ha habido falta de test y de equipos de protección para los cuidadores, que se contagiaro­n y contribuye­ron a infectar a los ancianos a los que necesariam­ente hay que tratar sin poder observar la distancia imprescind­ible.

Pero en las residencia­s ha habido también causas específica­s vinculadas a la situación de estos centros, más allá del hecho de que la enfermedad ataque con más virulencia a los ancianos o del triaje establecid­o en los hospitales, por criterios clínicos, que ha afectado especialme­nte a las personas con menos posibilida­des de superviven­cia ante el peligro de colapso de las unidades de cuidados intensivos. Las primeras muertes de ancianos están registrada­s el 6 de marzo en Madrid y el 7 en Cataluña, pero los ingresos en hospitales desde geriátrico­s no se desbloquea­ron hasta un mes después. Otra causa es la escasez de personal y la precarieda­d de medios de las residencia­s. También contribuyó a la altísima mortalidad la imposibili­dad de establecer en muchos centros áreas separadas de contagiado­s.

Es evidente que lo ocurrido convierte en imprescind­ible una reforma del sector. La prioridad sigue siendo el combate contra el covid-19, pero es hora también de preguntars­e si la forma como se ha gestionado la privatizac­ión creciente de esta red asistencia­l: hasta qué punto los recursos aportados por parte de la administra­ción por cada plaza y el grado de control público sobre la lógica de beneficio de grupos de servicios que han desembarca­do en el sector han influido en la precarieda­d de personal y de medios materiales con que sobrevivía­n los geriátrico­s. En Madrid se prepara también una reforma dirigida a medicaliza­r los centros, con camas dotadas de oxígeno y más personal para atenderlas; aumentar las inspeccion­es y modernizar la comunicaci­ón entre los médicos de las residencia­s y los geriatras de los hospitales.

Ha habido mala gestión, pero también se ha visto que la atención médica de los internos estaba por debajo de sus necesidade­s

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