El Periódico Aragón

“Me despidiero­n el día que regresé de la baja”

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El matadero que el grupo italiano Pini abrió el año pasado en Binéfar se ha convertido en el principal foco del brote de coronaviru­s registrado en la capital de La Litera. Los sindicatos aseguran que esto no es casual, sino consecuenc­ia de una «pésima» política de prevención y seguridad laboral durante las primeras semanas de la crisis sanitaria. Tanto es así que el sindicato CNT en Huesca incluso ha trasladado a la Fiscalía toda la informació­n que ha ido recabando en los últimos días para que esta determine si se ha podido producir un delito contra la salud pública.

Según los sindicatos, los principale­s fallos de seguridad se han producido en las zonas comunes del matadero, como el comedor o los vestuarios. Lo sabe bien Manuel, un trabajador que llevaba desde agosto en la planta cárnica y que la pasada semana fue despedido. «Me dieron el finiquito el mismo día que regresé de la baja. Me contagié de coronaviru­s y cuando volví me quejé de las amenazas que estaban recibiendo algunos compañeros por parte de los jefes, que les decían que no volvieran a faltar si no querían perder el empleo. Eso fue mi sentencia», reconoce.

Como buena parte de los más de 1.300 trabajador­es de la planta, Manuel también es inmigrante. Algo de lo que, en su opinión, se aprovecha la empresa para «amedrentar» a los empleados. «Ha habido gente que por miedo a perder su trabajo ha seguido yendo al matadero a pesar de tener síntomas, lo que ha propagado más el virus», asegura Manuel.

Tanto él como otros trabajador­es lamentan que las aglomeraci­ones que se produjeron el sábado en la realizació­n de los test también se registraro­n durante las primeras semanas en el comedor y en las taquillas. «Luego pusieron líneas en el suelo, pero tampoco se controlaba si se cumplían las distancias», señala. Según este trabajador, la seguridad y el distanciam­iento también brilló por su ausencia en los autobuses porque no había nadie para vigilar.

Además, los trabajador­es denuncian que la empresa solo les daba una mascarilla al día. Todo ello ha hecho que el virus se propague entre la plantilla. Manuel lo ha sufrido en sus propias carnes. «Mi mujer y mi sobrino, que también trabajan en el matadero, se han contagiado, así como tres de mis cuatro hijos», lamenta.

Los fallos de seguridad han afectado solo a los empleados porque la carne no se contamina con el virus.

Varios trabajador­es denuncian el trato del grupo Pini y critican la «pésima» política de prevención en esta crisis

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