Rusia aprovecha la pandemia para ensayar un ‘gran hermano’
Moscú y otras tres regiones ponen en marcha un sistema de reconocimiento facial Las oenegés denuncian su posible empleo para reprimir a la oposición Rebelión en un diario liberal por las nuevas consignas sobre el Kremlin
Mijaíl P., un joven moscovita que prefiere no revelar su nombre completo, recibió el 28 de marzo el resultado de unos análisis médicos. El diagnóstico era inequívoco: había contraído el covid-19 y, a partir de ese momento, debía quedarse en casa y evitar cualquier contacto con el exterior para no propagar la infección. Con el veredicto sanitario vino aparejada una novedad. Le tomaron varias fotografías de su rostro y le advirtieron de que incurriría en un delito si salía a la calle y era identificado por las decenas de miles de cámaras apostadas en las plazas, patios y avenidas de Moscú.
Ha transcurrido ya un mes desde aquel entonces. La infección solo le causó síntomas leves y pudo recibir el alta el 6 de abril, cumpliendo acto seguido un periodo de dos semanas de cuarentena por prescripción médica. Ya recuperado, Mijaíl se inquieta ahora por lo que pueda suceder en el futuro con la información recabada. Quiere que las fotografías sean borradas de allá donde se encuentren, tal y como «exige la ley rusa». Pero no sabe a quién dirigirse, ni cuáles son los pasos a seguir. «Acepté que me fotografiaran para controlar la epidemia, pero ahora temo que, cuando acabe todo, utilicen esos datos para otros fines», se alarma.
En la capital rusa, la epidemia de coronavirus ha servido de excusa a la alcaldía para ensayar un eficaz sistema de reconocimiento facial, llamado FindFace Security e ideado por NtechLab, una empresa local. Adquirido por el municipio a finales del pasado año para otros menesteres, el algoritmo ya ha sido instalado en 100.000 cámaras desplegadas por toda la geografía urbana moscovita y exportado a tres regiones del país, a la vez que otras 20 entidades locales mantienen conversaciones para su puesta en marcha.
Artiom Kuharenko, director ejecutivo de la empresa, explica a este diario en un e-mail que este «funciona sobre la base de redes neuronales entrenadas para determinar las características únicas de la cara y los atributos – género, edad, gafas, barba– y luego encontrar caras similares» en la base de datos gestionada «por el cliente». Presume, además, de que puede «reconocer caras parcialmente
El rotativo ‘Védomosti’, uno ▶▶ de los escasos exponentes de la prensa liberal crítica con el Kremlin que aún quedan en Rusia, vive días agitados. Toda la redacción se ha rebelado contra su nuevo director, Andréi Shmarov, nombrado tras un reciente cambio en el accionariado de la publicación, quien había dado a los redactores numerosas consignas para escribir en términos favorables al Kremlin. Shmarov «ha prohibido a varios periodistas escribir artículos críticos respecto al presidente y difundir datos de las encuestas que realiza Levada», explica Ksenia Boletskaya, miembro de la redacción. «Exigimos su dimisión incondicional», continúa.
Estos vetos son de gran relevancia ▶▶ en el actual contexto político en Rusia, ya que Levada, el único instituto de sondeos independiente en el país, detectaba una creciente desafección popular hacia el líder del Kremlin y, sobre todo, hacia sus planes de convertirse en presidente vitalicio del país al reformar la Constitución. ocultas por mascarillas, pañuelos y cascos de moto» y se vanagloria de que la última versión del programa sea capaz de identificar no solo rostros, sino también «siluetas».
Esta nueva tecnología / genera grandes dosis de inquietud entre las oenegés de derechos humanos, que advierten de su posible utilización en la represión política en un país donde va gestándose un creciente poso de descontento social. «Esto va a convertir a Moscú en una prisión a cielo abierto», advierte Sarkis Darbinian, de Roskomsvoboda, una organización especializada en la protección de los derechos de los internautas. «Las cámaras están por todas partes, en las calles, en los portales incluso, pese a que es un espacio privado, nos van a poder controlar en todos sitios», continúa.
Pável Chíkov, abogado al frente de la organización Ágora, augura que cuando la epidemia remita «esos cientos de miles de cámaras», capaces de poner nombre y apellido a un rostro anónimo en segundos, van a a tener «un efecto disuasorio» entre quienes se sientan tentados de salir a protestar contra las pretensiones de Putin de convertirse en presidente vitalicio. Además, «teniendo en cuenta lo corrupto del sistema en Rusia, es muy plausible que la información personal acabe en el mercado negro» y vendida al mejor postor, denuncia.
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