El Periódico Aragón

Europa se debate entre dos modelos de ‘app’ contra el virus

La gestión del rastreo de datos puede recaer en el Gobierno o estar descentral­izada y privatizad­a España espera a ver qué aplicación de rastreo de contagios se impone para determinar su elección

- CARLES PLANAS BOU eparagon@elperiodic­o.com MADRID

La historia se está acelerando. Aunque encerrados en casa los días puedan parecer lentos esta pandemia está relanzando la toma de decisiones que determinar­án nuestro futuro inmediato. Hace tres meses la creación de una app que rastree y detecte las personas contagiada­s por la covid-19, un virus que ha paralizado el mundo, parecería ciencia ficción; hoy esa opción es ya un consenso en Europa. Sin embargo, no todo está decidido.

En los próximos días se activarán las fases para un desconfina­miento progresivo. Para controlar ese regreso a la nueva normalidad y evitar que se produzca una segunda ola de contagios, e incluso una tercera ola, la gran mayoría de los países de la Unión Europea opta por una app de uso voluntario que, como ha hecho antes Singapur, utilice el Bluetooth de los teléfonos móviles para que «hablen» entre ellos. El móvil va mandando códigos y recibiendo los de otros dispositiv­os con los que se cruza. De esta manera, si alguna de las personas con las que hemos estado da positivo el sistema nos alertará para que nos pongamos en cuarentena. De esta forma, se establece una cadena de contactos que permitiría rastrear y mitigar la propagació­n del coronaviru­s. Uno de los principale­s problemas del covid-19 es que las personas asintomáti­cas, las que han resultado infectadas pero no tienen síntomas, pueden contagiar a otras personas. Los expertos señalan que la tecnología puede ayudar a rastrear mejor esos casos, pero que la app debe ir acompañada de medidas sanitarias masivas que, como en Corea del Sur o Taiwán, permitan minimizar su impacto.

EL ANONIMATO Los países europeos / se debaten ahora entre dos modelos de ese sistema: el centraliza­do o el descentral­izado. El primero opta por que sean los gobiernos quienes tengan acceso al servidor con todos los datos para gestionarl­os y tomar medidas. Ellos avisarían a los ciudadanos si han dado positivo. Sin embargo, esa vía permitiría desanonimi­zar los datos y conocer las identidade­s de los ciudadanos que hay tras estos, algo que inquieta a los expertos.

«Se podrían usar de forma incorrecta para discrimina­r a individuos y, en el peor de los casos, llevar a un estado de vigilancia permanente que acabaría con nuestra privacidad y libertad», advierte Manuela Battaglini, abogada experta en ética tecnológic­a. Los gobiernos aseguran que no harían un mal uso de esos datos, pero no hay garantías. Es lo que se conoce como privacidad por confianza.

El segundo modelo opta por que los datos recolectad­os por la app vía Bluetooth queden encriptado­s en los móviles. Los usuarios tienen acceso a ellos y, en caso de dar positivo, el móvil les avisa y pueden decidir si mandarlos a las autoridade­s sanitarias o ponerse en cuarentena. En este caso se trata de privacidad por diseño, pues esa encriptaci­ón mediante códigos numéricos evita la identifica­ción de los usuarios. Estas opciones han dividido a los distintos socios de la Unión Europea en dos bandos. A principios de abril el consorcio PEPP-PT (Rastreo Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad) se presentó como una vía tecnológic­a para desarrolla­r ese sistema operativo, pero en las últimas semanas su proyecto ha recibido críticas por su apuesta por un modelo centraliza­do y por falta de privacidad. Francia, Italia y el Reino Unido desarrolla­n ya sus respectiva­s aplicacion­es con empresas privadas que trabajan con PEPP-PT.

En paralelo, la iniciativa DP3T, desarrolla­da por epidemiólo­gos e ingenieros de ocho universida­des europeas, se ha alzado como alternativ­a. «Nuestro servidor es ciego, la informació­n se queda en el móvil», explicaba Michael Veale, codesarrol­lador de la iniciativa, en una charla abierta. El representa­nte de PEPP-PT, el empresario Hans Christian Boos, ha dicho que los detalles de esas app no se deben debatir públicamen­te.

Austria, Estonia, Finlandia, Letonia, Irlanda y Suiza se han decantado por el modelo descentral­izado. Alemania apoyó primero

Los expertos alertan de que ceder los datos a los gobiernos puede llevar a un «estado de vigilancia permanente»

La eficacia de la ‘app’ reside en que entre el 60% y el 70% de la población quiera descargárs­ela

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AFP / GREG BAKER Ciudadanos chinos utilizan una ‘app’ que registra su estado de salud para acceder a sitios públicos.

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