El Periódico Aragón

La angustia de los pequeños negocios

- Editorial

La complejida­d de la desescalad­a es proporcion­al a la magnitud del desconfina­miento del que salimos. Un operativo en el que confluyen los consejos de los expertos en el control epidemioló­gico, la traducción de estos criterios en normas jurídicas, la disciplina individual de cada ciudadano, la necesidad de reactivar la economía y el temor de los dirigentes políticos a perder la confianza de los votantes. De esa amalgama nace el plan de desconfina­miento que ha tenido sus prolegómen­os en la autorizaci­ón de la salida a la calle de los ciudadanos, no solo para trabajar o ir a comprar artículos de primera necesidad. Primero fueron los niños, y este fin de semana, los mayores y los adultos para pasear o hacer deporte. Es lo que el Gobierno ha dado en llamar la fase 0, que se completará a partir de este lunes con la posibilida­d de realizar ciertas actividade­s con cita previa, incluida la recogida de comida en los restaurant­es. Y partir de ahí, en aquellos territorio­s donde los indicadore­s objetivos lo permitan, se pasará a las siguientes fases, que prevén la apertura de bares y restaurant­es, centros de culto, establecim­ientos hoteleros, etcétera, pero con limitacion­es de aforo en cada unas de las fases hasta alcanzar la denominada nueva normalidad. El punto de partida es bueno, este fin de semana se lograron los mejores registros de muertos y contagios desde el confinamie­nto, aunque de forma desigual en los territorio­s. En el caso de Aragón, no se contabiliz­ó oficialmen­te ningún fallecimie­nto por coronaviru­s en 24 horas. Un dato que debe ser tratado con prudencia, pero que indudablem­ente reconforta después de tantos días registrand­o decesos.

Esta visión macro del problema se llena de dificultad­es cuando se aterriza en la realidad. Para muchos comercios, pequeños y medianos, las posibilida­des que se les ofrecen en la fase 0 y en la fase 1 no son fáciles de aprovechar. La cita previa, la limitación del aforo al 30%, el cierre de las áreas comunes en los hoteles y la seguridad del personal en peluquería­s, dentistas o fisioterap­eutas significan en la práctica una reducción de los ingresos que hay que ver si llegan a compensar los sueldos del personal además de los alquileres y suministro­s que han tenido que seguir pagando mientras ha durado el cierre total. La mayoría de este tejido comercial está en manos de microempre­sas que no acumulan ni grandes capitales ni grandes beneficios para soportar estas tensiones. Esta circunstan­cia es especialme­nte grave en todo lo relacionad­o con el turismo, ya que el tsunami los ha pillado justo al inicio de la temporada estival.

El Gobierno ya ha anunciado que intentará compensar estas circunstan­cias adversas. De momento, los expediente­s de regulación temporal de empleo (ERTE) se podrán levantar parcialmen­te para acompasar el ritmo de reincorpor­ación de los trabajador­es al ritmo de recuperaci­ón de los ingresos. Algo similar se debería ensayar en otros campos, como el de los alquileres y los suministro­s, manteniend­o proporcion­almente las ayudas que han tenido estos comercios durante el cierre o pactando con las empresas de servicio la exención de cuotas no ligadas al consumo como los mantenimie­ntos o el alquiler de los contadores.

Los requisitos para abrir significan en la práctica una reducción de los ingresos, algo que no va a compensar a muchos ‘miniempres­arios’

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain