Futuro incierto
Estoy muy preocupado en cómo va a afectar la ley de educación (LOMLOE) al alumnado con necesidades educativas especiales.
Se quieren eliminar los centros de Educación Especial y meter a todos los alumnos con discapacidades en Centros de Enseñanza Ordinaria.
Todo empezó cuando el CERMI, Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad, promovió el cierre de los Centros de Educación Especial.
Convencieron a Isabel Celaá de ello y ahora la ministra de Educación está empeñada en aprobar el llamado vaciamiento de estos centros para que, poco a poco, todos los alumnos con necesidades especiales vayan a centros ordinarios. Quiere acabar con los centros especiales ahora que estamos todos ocupados con el coronavirus.
Tanto la enseñanza especial como la inclusiva pueden coexistir. El que quiera llevar a su hijo a un colegio normal que lo lleve y el que no, no. Probablemente lo que Celaá y el CERMI no pueden soportar es que la inmensa mayoría de los padres con hijos con discapacidades psicomotrices prefieran llevarlos a centros especiales; allí sus hijos están bien cuidados, bien tratados y se sigue su ritmo. No así en la enseñanza ordinaria.
¿Cómo es tan difícil comprender que un profesor en un centro escolar normal no puede atender a alguien con necesidades especiales, aunque quiera? ¿Cómo se puede ser tan insensible al clamor general de las familias de los afectados que ven que esta decisión del Gobierno va a ser el final de la educación para sus hijos?
Hace unos días me mandaron un video interesantísimo por WhatsApp de uno de esos padres, el mago More. Explicaba que el mayor problema es que las personas que han estado en un centro especial van contentísimas, se sienten muy integrados y aprenden muchas cosas. Los pocos que van a un colegio normal se sienten diferentes y discriminados, y no quieren ir. El mago More criticaba la cerrazón de miras del Gobierno y pedía apoyo de toda la sociedad. Mi sorpresa fue mayúscula al darme cuenta de que, al intentar reenviarlo, estaba censurado.
Quieren que no nos enteremos y nos callemos antes sus errores y arbitrariedades. De nosotros depende que no lo consigan.