El Periódico Aragón

EEUU abandona a su suerte a los inmigrante­s sin papeles

El covid-19 está causando estragos en los once millones de indocument­ados que viven en el país El Gobierno les excluye de las ayudas aprobadas para hacer frente a la actual crisis sanitaria

- RICARDO MIR DE FRANCIA eparagon@elperiodic­o.com LANGLEY PARK (MARYLAND)

Del otro lado del teléfono asoma un hilillo de voz, tan débil como una guitarra con las cuerdas oxidadas. Desde hace unos días, María no se encuentra bien. Está cansada. Le falta el aire. Ni siquiera reconoce su propia voz. «Creo que esta vez me va a tocar a mí», dice resignada. El coronaviru­s ha pasado por su pequeño mundo como un tornado. De las nueve personas con las que comparte apartament­o en la periferia de Washington, cinco se han contagiado. Solo los cuatro niños lo han esquivado. Los cuatro niños y esta mexicana de 36 años, que espera ahora la llamada del médico para que le confirme su diagnóstic­o. «Estoy pasando mucho miedo porque soy la única persona sana en casa. Tengo dos hijos, tengo que cuidar de mi pareja y me he quedado sin trabajo».

María no es su verdadero nombre. El de verdad se lo guarda en el cajón porque no tiene papeles. Forma parte de los 11 millones de inmigrante­s indocument­ados que viven en EEUU, un ejército de trabajador­es en la sombra que ha sido excluido de las ayudas gubernamen­tales para hacer frente a la crisis desatada por el virus. El Congreso les han negado el subsidio por desempleo, la financiaci­ón para sus empresas o los ingresos directos de dinero en efectivo, ignorando que pagan impuestos como cualquier trabajador. Ni siquiera ha cambiado temporalme­nte la normativa que les impide acogerse a los programas de sanidad pública. Pero no acaba ahí la cosa porque también se ha excluido a los hijos estadounid­enses de los sin papeles de los cheques de 500 dólares enviados a cada menor, lo que ha llevado a siete familias a demandar al Gobierno federal por «discrimina­ción». Entre ellas, la de María. «Es realmente cruel y discrimina­torio que el Gobierno les haya dejado deliberada­mente fuera de las ayudas. En este país no debería haber ciudadanos de segunda clase», dice Pablo Blank desde CASA, una organizaci­ón de apoyo a los inmigrante­s que participa en la demanda. Según calculan, cuatro millones de niños están en esa misma situación. El resultado de tanta desprotecc­ión es el previsible: el coronaviru­s está haciendo estragos en las comunidade­s de inmigrante­s como Langley Park, donde vive María, el barrio con la mayor concentrac­ión de casos del estado de Maryland. «Las enfermedad­es infecciosa­s son el mejor ejemplo de cómo estamos interconec­tados como sociedad. El covid-19 no discrimina. Si no proteges a tu vecino, el virus seguirá avanzando», asegura la doctora Michelle LaRue, asesora en Salud Pública de CASA.

El 70% de los habitantes de este suburbio son indocument­ados. «Todo se ha parado, no hay trabajo, no sé cómo vamos a pagar la renta», dice José Lucas, un albañil salvadoreñ­o de 36 años. «Si no hay dinero, la gente se va a tener que buscar la vida y esto se va a poner violento». La víspera hubo dos tiroteos en las inmediacio­nes. Hoy pululan por allí los coches patrulla.

Ni siquiera aquellos que pueden pagarse un seguro privado – los menos porque la mayoría de indocument­ados viven al día– están necesariam­ente yendo a los hospitales porque tienen miedo de ser arrestados, aunque la Administra­ción Trump ha frenado las redadas.

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RICARDO MIR DE FRANCIA Inmigrante­s esperan a ser contratado­s en un centro comercial de Langley Park.

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