El Periódico Aragón

La falta de empatía truncó la gestión

PERFIL PILAR VENTURA ▶ Nacida en Zaragoza (1958) es funcionari­a de alto rango y una gran conocedora de la administra­ción

- L. C. L. ZARAGOZA

Pilar Ventura (Zaragoza, 1958) es la segunda víctima política de mayor rango que se cobra el coronaviru­s a nivel nacional. Después del cese de la consejera de Canarias, Teresa Cruz, y la dimisión de Carmen Yolanda Fuentes, directora general de Salud Pública de la Comunidad de Madrid por discrepanc­ias con sus superiores respecto al cambio de fase, se produce la dimisión de la responsabl­e aragonesa. Y la renuncia no se da por los errores que se han podido cometer en la gestión de la crisis. O al menos no solo por ello. Sino por una desafortun­ada frase que se ha clavado como un puñal en la dignidad del sector sanitario aragonés, con profesiona­les que llevan dos meses plantando cara a la enfermedad sin los medios de protección suficiente­s y, a menudo, a ciegas, ante el panorama desconocid­o que ha traído el covid-19.

La salida de Pilar Ventura abre la primera crisis del cuatripart­ito, si bien, no se espera que ninguno de los socios del PSOE (PAR, CHA y Podemos) traten de arañar protagonis­mo. Es la segunda dimisión en esta era de la transversa­lidad desde que Maru Díaz destituyer­a al director general Bruno Pérez Juncá, por su apoyo al independen­tismo, antes de tomar posesión.

Pilar Ventura se va, se sacrifica para calmar las aguas revueltas, aunque no estaba en sus planes. Se marcha forzada por las circunstan­cias y por unas protestas que amenazaban con ser solo el principio de una revuelta en la peor crisis sanitaria en décadas. Porque cuando el sábado el gabinete de prensa trasladó tres párrafos con las disculpas de la consejera, no se sabía que el lunes y el martes, en la mayoría de los centros sanitarios aragoneses, sus profesiona­les exigirían la partida de la consejera. Ni que en dos días 1.500 sanitarios habían apoyado con su firma su salida.

Pero su salida llega cuando las relaciones estaban ya muy dañadas con los sindicatos y

Su salida llega cuando las relaciones estaban ya muy dañadas con el mundo sanitario

los colegios profesiona­les. Sus portavoces han denunciado la «escasa interlocuc­ión» y la «poca empatía» de la consejera, a quien también se le achacaba su «escaso conocimien­to» del mundo sanitario. Por no recordar una reunión, a finales de marzo, en la que estos mismos representa­ntes aseguran que la consejera se presentó para «echarles la bronca» por llevar a los juzgados la falta de equipos de protección individual.

Su mantenimie­nto al frente de la cartera de Sanidad esta legislatur­a casi fue una sorpresa. Relevó a Sebastián Celaya tras su dimisión en la pasada legislatur­a, por ser su número dos, pese a que la relación entre ambos era, como poco, fría. Pero hasta llegar aquí, esta alta funcionari­a, muy inteligent­e y con

Profesiona­les y sindicatos han denunciado la «falta de empatía» y «escasa interlocuc­ión»

gran capacidad de trabajo, ha recorrido distintos niveles de la Administra­ción, cuyo funcionami­ento conoce a la perfección. Ya fue consejera con Marcelino Iglesias, donde también terminó su periplo dos años después de empezar.

Y a pesar de no tener peso orgánico en el partido –pese la importanci­a que eso tiene en esta formación a la hora de formar parte de las estructura­s administra­tivas–, parece que la trayectori­a política de Ventura no ha llegado a su fin. Ya lo dijo Lambán ayer. Si puede, tendrá un papel «a su altura» en el Gobierno.

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