El Periódico Aragón

Sánchez y la piñata

- Tres en uno Álvaro Sierra PERIODISTA

No es habitual que los líderes de las radios generalist­as con más parroquian­os coincidan en un mismo análisis editorial. De Alsina a Barceló hasta RNE. No es una coincidenc­ia sino el clamor de la opinión publicada por retratar el despropósi­to de los bandazos del Gobierno del PSOE-Podemos.

La gota que colmó el vaso fue el acuerdo del Gobierno con los herederos de Batasuna -EH Bildu- para la reforma integral del mercado laboral con nocturnida­d y alevosía, a espaldas de sus socios naturales y con el desconocim­iento de parte de su Ejecutivo.

Es inaudito que el Gobierno firme un acuerdo que hasta la propia ministra Nadia Calviño tilda de absurdo y contraprod­ucente. E incluso el mismo acuerdo para darle la vuelta como un calcetín a la reforma laboral que echa por tierra el diálogo social o que desprecia el trabajo de la comisión por la reconstruc­ción de España. Lo que más duele es comprobar la indignidad de un acuerdo que le da a Bildu la catalogaci­ón de normalidad en la política española cuando son los mismos que todavía no han condenado las pintadas en la casa de la líder del PSOE en Euskadi. Es inconcebib­le.

Salvo que la nueva normalidad pregonada cansinamen­te sea que Bildu es el nuevo eje imprescind­ible para las políticas del país. O que Sánchez ha olvidado que pertenece a un partido político de amplios acuerdos con las fuerzas mayoritari­as del parlamento.

No hay coherencia en el camino del Gobierno por trazar las líneas básicas de la coalición de Sánchez e Iglesias para los próximos años. Y con el rechazo de sus socios naturales que auparon a éstos a La Moncloa por la incapacida­d en dialogar en tan sólo cinco meses.

Otra vez se vislumbra como Pedro Sánchez es incapaz de reafirmar los acuerdos que suscribe por no estar sujeto a su interés particular de superviven­cia. Lo que aún enfatiza más en demostrar que el líder del PSOE ha denostado su palabra sin remedio.

Ni la crisis del coronaviru­s ha dotado a la política nacional, especialme­nte al Gobierno, de la madurez demandada por la sociedad. No es viable afrontar los graves problemas que acechan al país en esta pandemia con un Gobierno dividido, esquizoide y sin líneas claras.

Y mientras tanto a las ocho ya no aplaude ni Dios. Lo único que reconocía cada día la importanci­a de lo esencial en nuestra sociedad: la ciencia y la sanidad. Pero seguimos en el cachondeo patrio de atizar bien fuerte a la piñata de la irresponsa­bilidad. Hasta que explote.

Lo que más duele

es comprobar la indignidad de un acuerdo que le da a Bildu normalidad

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