Cambios en movilidad
Anunciar medidas sobre cambios en la movilidad urbana es gratis. Aplicarlas ya es otra cosa. El Ayuntamiento de Zaragoza decidió reducir la velocidad máxima para los vehículos en muchas de las calles de la ciudad. De 50 a 30 km/h y de 30 a 10 km/h en vías pacificadas.
Solo puedo hablar de lo que veo a diario, de la calle Santa Lucía, una pequeña calzada que da acceso al barrio San Pablo desde la plaza Europa. Delante de mi comercio hay un paso de cebra donde son los peatones los que deben ceder el paso a los coches, que nunca han pasado a menos de 30 km/h. Ahora no es distinto. Tampoco hay cambio alguno en la vigilancia de la Policía Local de esta restricción que supone un riesgo evidente de atropello. Ni sobre la circulación de patinetes por las aceras. Si vas a cruzar debes mirar y calcular si la velocidad a la que se aproxima un coche a 100 metros (que nunca es menor de 30 km/h) le da a tus piernas para cruzar la calle sin exponerte.
Los equipos de comunicación deciden por los políticos qué medidas tomar, cuándo mandar las notas a los medios y a qué hora convocar las ruedas de prensa. Me parece muy bien. Vivimos en sociedades transparentes en los que las cámaras nos pillan robando cremas en el supermercado aunque seamos presidentes de comunidades autónomas. Pero esa misma transparencia nos compromete a cumplir aquello de lo que hicimos ostentación.
El Gobierno de Zaragoza no era muy amigo del transporte público ni de la movilidad sostenible. Y ahora se ve abocado a adoptarla sí o sí. Pero ya que presume de pacificar el tráfico en las calles se supone que debería proveer los medios humanos y materiales para velar por su cumplimiento.
Hasta ahora no es así.