Silencio, se juega
Sin aglomeraciones, sin hinchas en las gradas, sin banderas, sin música, sin cánticos sin pitos, sin palmas, sin abucheos y sin insultos a los colegiados. Como si de un rodaje cinematográfico se tratara, todo el elenco de jugadores y de técnicos esperan, en silencio, la orden del director, para empezar a actuar. Así comienza la función
Un campo de fútbol en estas circunstancias es como un cuerpo sin alma, algo que ya imaginábamos pero que se ha evidenciado el pasado fin de semana en Alemania.
Al compás de la batuta de los entrenadores, los jugadores se mueven sobre el césped en medio de un silencio atronador, un silencio que se escucha a cientos de kilómetros de distancia y que traspasa las pantallas de los televisores, como hemos podido comprobar en la Bundesliga y como sucederá en España cuando se reanude la Liga, sin público, el próximo 20 de junio.
Tendremos que acostumbrarnos al silencio y esperar a que, poco a poco, el bullicio, tan necesario como imprescindible, se vaya haciendo un hueco, porque una orquesta sin instrumentos suena a música celestial.
En definitiva, el silencio en estado puro.