Los museos en tiempos del coronavirus
Negro Marco
HISTORIADOR Y PERIODISTA mas retorcieron las columnas de su esencia, tornándolas en salomónico, abigarrado y asfixiante Barroco.
Pero la Historia, ciencia que explica el arte de la vida, cerró su eterno bucle, selló el final de la escapada e hizo ondear de nuevo la bandera de salida. Vuelta a los orígenes de lo clásico con el sutil añadido de la humanizadora moda dieciochesca. Vetusto Neoclasicismo, tan ágil en diseño como artrítico en su esperanza de vida.
Brotó así, como un resplandor en la hierba, el florido Modernismo, germinando entre metálicos casquillos de bombas que arrasaron la Tierra y que, como lluvia de filibusteros al abordaje de un navío sin cañones, arrancaron la ternura de los corazones, lanzándola al abismo de emponzoñados pozos de barro. Futurismo, dijeron.
¿Tan diferentes nos creemos que ignoramos que todos somos iguales? Alienados de nuestro propio ser, nos preciamos de especialistas en la vida de los demás. Nosce te ipsum (Conócete a ti mismo) y alcanzarás la sabiduría de saber que no sabes nada, y que nada hay tan maravilloso como gozar de la propia existencia y procurar la felicidad en la de los demás.
Son tiempos nuevos los que nos esperan, extraños a como los imaginábamos hace tan solo unas semanas, pero cargados de entropía y por ello también de esperanza.
Porque al fin hemos comprendido que todos somos extranjeros sobre la Tierra.
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