Las iglesias aumentan su aforo ante el temor de la feligresía
Los sacerdotes reconocen que muchos fieles prefieren esperar
La dispensa dominical de asistir a misa permanece vigente y está siendo el salvoconducto de mucha feligresía aragonesa, especialmente la de mayor edad, para no ir a misa. Hay temor a contagiarse por el covid-19 y ese sentimiento está presente aún en la segunda fase de la desescalada en la que se permite ampliar el aforo.
Así lo reconocen párrocos como Javier Sánchez, de la iglesia del barrio de San Gregorio, o Santiago Paricio, de Santa Engracia, quienes desde ayer sus misas pueden ser seguidas por mayor número de fieles. Eso sí, nada ha cambiado en cuanto a las medidas de seguridad a tener en cuenta.
La fase 2 conlleva que en la iglesia de Sánchez puedan acceder hasta un máximo de 75 personas. No obstante, señala que «hay temor» entre los fieles «porque hay que tener en cuenta que si en la calle hay diferentes horarios para mayores y niños el hecho de que se junten en un espacio cerrado provoca recelos». De ahí que en la última misa que celebró el domingo solo 35 fieles ocuparan los bancos que al inicio de la pandemia se llenaron de fotografías de feligreses que le hacían compañía durante las celebraciones a puerta cerrada. «Tardaremos en que todo vuelva a la normalidad, también en asistencia», señala. Muchas personas aprovechan los momentos de apertura al público que no hay misa para entrar porque hay menos público.
Muy similar ocurre en la céntrica basílica menor de Santa Engracia cuyo rector es Paricio. Allí desde este lunes el número de personas que ocupan los bancos asciende a 200, ya que la capacidad máxima en tiempos de covid19 es de 400, aunque en situaciones normales sube a casi 800. Un aspecto que no diferencia iglesias son las medidas extraordinarias de higiene. En ambas, al igual que en el resto de las diócesis aragonesas, los bancos están señalizados para mantener distancias, hay geles hidroalcohólicos en las puertas y en parroquias como la de San Gregorio dan mascarillas si se da el caso de que a esa persona se le haya olvidado en casa. Una demostración más de que la fe no está reñida con la ciencia.
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