El corro de la patata
Esta canción coreábamos en nuestros juegos infantiles, junto con el piar de los pájaros, especialmente de los gorriones del paseo.
En la niñez, el tiempo se hacía eterno y la semana infinita, uno veía a los mayores y pensaba que nunca los alcanzaría, los sabores eran más puros, novedosos y de todos los matices, las clases eran tediosas y los profesores «pegones».
Los chicos practicábamos las tradicionales «pedreas», de ellas se hacen eco los libros de Actas del Ayuntamiento de Zaragoza, ya en 1873, por lo virulentas, produciendo con frecuencia cuqueras y chichones, que luego las madres tras una regañina nos curaban con mucho amor, amen de alcohol o agua oxigenada.
Las peleas y los juegos se alternaban en la escuela, así como el intercambio de cromos y tebeos, donde si no te espabilabas te enculaban y eso no se perdonaba se buscaba el desquite.