Los dueños anunciaron ayer la decisión tras una negociación infructuosa con la propiedad del local
El bar Bacharach, situado en la calle Espoz y Mina, no cumplirá los 16 años que hubiera celebrado el mes que viene ya que ayer sus dos propietarios (Enrique Moreno y Lucía Grafal) anunciaron a través de sus redes sociales que no abrirá sus puertas tras el confinamiento por problemas derivados precisamente de la pandemia. «Tenemos que cerrar el bar (...) siempre hemos tenido un alquiler caro pero ahí íbamos bandeándolo, con cariño, con imaginación y con trabajo, siempre con trabajo. Muchas veces, antes de que pasase todo esto y el mundo se parase intentamos una rebaja de alquiler, solo para seguir trabajando con un poquito más de desahogo pero nunca fue posible. Llegó la pandemia y lo único que obtuvimos fue silencio pero silencio de verdad, de ese que no responde, llamadas, ni mails, ni cartas certificadas, ni whatsapps, ni bla bla bla y no para no pagar, nunca se dio esa propuesta, si no para poder seguir pagando de una manera más ajustada a las circunstancias. Finalmente la respuesta del arrendador llegó, obligada por un burofax, ya sentimos utilizar términos tan apremiantes e imperativos como este, tan alejados del hedonismo y el champán pero de verdad, es que no nos quedó otro remedio, fue la única manera de obtener respuesta y su respuesta fue no a todo», explicaron ayer sus dueños que por lo tanto se han visto obligados a cerrar un bar lanzado en sus inicio por el malogrado Sergio Algora y que ha sido, además, el refugio de buena parte de zaragozanos que encontraron abrigo entre sus cuatro paredes.
En cualquier caso, los dueños del Bacharach dejan la puerta abierta a quizá un nuevo proyecto en el final de su comunicado: «¿Por qué os contamos todo esto? Porque nos lo merecemos y os lo merecéis. Porque lo hemos peleado hasta el final, porque en el Bacharach siempre hemos hecho las cosas que nos han gustado y hemos puesto nuestras canciones favoritas, porque hemos dado cariño y mimo a cada cosa y hemos intentado que todo el mundo se sintiese a gusto y que se lo pasase bien, porque el local no es nuestro y se quedará vacío y hueco y un día será otra cosa pero el Bacharach sí es nuestro .... Y puede estar dónde nos dé la gana, no sabemos, si volverá a estar y si está, no sabemos, ni cómo ni cuándo ni dónde, únicamente sabemos que lo llenaremos de nuestras cosas, de corchos de champán volando, de preciosas copas y sobre todo que siempre bailaremos las canciones que nos gustan».
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