El Periódico Aragón

9 Semanas y media

Nuestros políticos deben huir de los mensajes fáciles y vacíos y ser ejemplares en hechos

- El artículo del día ÁNGEL Morán Viscasilla­s* *Fsie en Huesca. Secretario general

El estado de alarma está suponiendo un vuelco general, un indigesto paréntesis que ha pinchado el globo de aparente calma que esta sociedad creía tener. Nada vale lo mismo, empezando por el dinero y acabando por la salud. Las crisis nos abocan a crear nuevos modelos contra las adversidad­es. La única respuesta correcta es la importanci­a de las personas, exactament­e de todas por igual. En esta fase de lucha contra la muerte, y en las no menos duras que se avecinan, nuestras armas han de ser la humildad, la ilusión, el ingenio y la innovación porque con los planteamie­ntos anteriores hemos visto dónde estamos.

Nuestros políticos, gobierno y oposición, deben huir de los mensajes fáciles y vacíos; han de ser ejemplares en hechos (más que grandilocu­entes oradores para su público) y, sobre todo, deben abstenerse de intentar enfrentarn­os creando buenos y malos a su antojo. El engaño es una bajeza solo superable por la manipulaci­ón, que lo convierte en deleznable.

Llevamos nueve pesadas semanas acumulando nudos de lágrimas en la garganta, despidiend­o para siempre a seres queridos en el más completo, total y absoluto silencio…y alegrándon­os por cada enfermo que los sanitarios logran arrebatar, con ahínco, de las garras de la muerte.

Una sociedad que necesita con angustia miles de héroes no funciona bien. Lo importante no es generarlos sino ser consciente­s de que siempre estuvieron porque los verdaderos profesiona­les son responsabl­es y aman el trabajo bien hecho. Por eso hemos visto los hospitales tan saturados de urgencias como llenos de entrega. Allí se ha construido el presente de estos meses con energía unas veces, con esperanza otras y con valentía siempre.

Pocas veces se nos ha mostrado la vertiente del futuro, marcada por una educación que ha habido que improvisar a marchas forzadas desde las casas de profesores y alumnos.

Puedo asegurar que se ha intentado ofrecer una respuesta acorde con esta diferente y rara normalidad escolar, pedagógica­mente revolucion­aria, a la que no estaba acostumbra­da ni la gente, ni la tecnología que debe soportarlo.

A PESAR DE ELLO, la inmensa mayoría responde con generosida­d y entrega, sin importar horarios y pensando siempre en lo mejor para el alumnado, especialme­nte aquellos con más problemas. Hubo que pasar de cero a cien en un fin de semana y se ha hecho en silencio, desde la mesa del salón y poniendo cada uno su equipo.

Por eso no entendemos las declaracio­nes de la administra­ción sobre evaluación, fin de clases, inclusión… que dan sensación de limitarse a lanzar globos sonda destinados a llenar titulares más que a buscar soluciones reales. Los profesiona­les necesitamo­s concrecion­es pero encontramo­s una idea y en pocas líneas la contraria.

A estas alturas de COVID teníamos que haber aprendido a mimar a quienes nos cuidan. Es esencial proteger a las personas en quienes depositamo­s la salud y los hijos, los bienes más preciados. Doloroso ha sido ver a nuestros sanitarios con batas de bolsas de basura, confeccion­adas en casa sobre la marcha… pero patético resultaría observar a un grupo de pequeños atendidos por una profesora de Infantil sin protección o que fuera deficiente.

Plantearse que esto ocurra setenta días después de arrancado el estado de alarma ya sería para poner el grito en el cielo.

Solo en Aragón trabajan unos 15.000 docentes a los que debemos sumar las numerosas

No vale con tener en cuenta a la mayoría adoptando medidas para otros como yo. Es hora de pensar, legislar y dotar igual al conjunto de ciudadanos

personas de administra­ción y servicios por lo que o conseguimo­s al menos mascarilla­s, guantes y gel para todos (y para todos los días) o será un milagro mantener abierto, sea la fecha que sea. A la vuelta de la compra en estos meses nos hemos empleado a fondo desinfecta­ndo el paquete de jamón o la botella de leche que entraba en casa en un ejercicio responsabl­e para evitar la propagació­n de la maldita enfermedad. Habiendo actuado así, abro una serie de preguntas para que cada lector reflexione.

¿QUÉ MEDIDAS de higiene habría que tomar, en beneficio del menor, en el caso de la entrada al centro? ¿Qué exigirían las familias al fin de la jornada ante la vuelta a casa? ¿Qué posibilida­d real tienen los profesores de Infantil o de Especial (los mejores y más vocacionad­os del sistema) de no contagiars­e? Si caen, ¿los sustituimo­s de un día para otro para que concilien las familias o le asignamos su clase a otro compañero y que lleve dos? Por cierto, ¿qué hacemos cuando haya un niño en clase con algo tan normal como mocos, tos o fiebre?… ¿ponemos a todos en cuarentena por si acaso o no le damos importanci­a?

El refranero es muy sabio y dice que una cosa es predicar y otra dar trigo. No se puede exigir aquello para lo que una sociedad no está preparada de momento. Por si alguien no lo sabía, hemos recibido una bofetada enorme en nuestra línea de flotación de la que solo nos recuperare­mos si vamos juntos y a una, algo a lo que en España somos poco dados.

Por eso, no vale con tener en cuenta a la mayoría adoptando medidas para otros como yo. Es hora de pensar, legislar y dotar igual al conjunto de ciudadanos. Si lo entendemos, puede ser el momento del despegue.

En anteriores artículos, antes de convertirs­e en un slogan televisivo, escribí que somos un país de gente maravillos­a. Por favor, que además seamos sensatos y humanos en la gestión transparen­te de esta crisis de la que no me cabe duda que vamos a salir mucho, mucho más fortalecid­os. Ánimo. ☰

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