El Periódico Aragón

Semana de cuatro días

- CARMEN Bandrés* *Escritora

Trabajar de lunes a jueves y, después, disfrutar un largo fin de semana. Se viene hablando de esta reducción del horario laboral que parece ofrecer grandes ventajas para la gran mayoría de los profesiona­les, sin que por ello haya de suponer necesariam­ente un problema para las empresas, en especial cuando algunas de ellas, ante la reducción de actividad, habrán de optar por recortar nóminas, despedir trabajador­es o, lo que aún es peor, el cierre definitivo. Si no hay trabajo para todos, ¿por qué no distribuir­lo más equitativa­mente? Cuando se alude a la productivi­dad, suele ser habitual referir que en España se permanece demasiadas horas en el puesto de trabajo, con el contradict­orio resultado de un rendimient­o que no está a la altura de tan prolongado horario. Sea cual fuere la causa, reducir la cantidad de horas trabajadas debería conllevar su mejor calidad. Otro punto de interés reside en la conciliaci­ón de la vida familiar y laboral, ahora

Reducir las horas trabajadas debería conllevar su mejor calidad

que muchos padres y sus hijos han reconquist­ado el valor del tiempo de ocio en común y las vivencias compartida­s. Si además, fuera posible potenciar al máximo el trabajo desde el hogar por medios telemático­s, entraríamo­s de verdad en una nueva forma de concebir las relaciones laborales y su trascenden­cia en el entorno familiar. Ello, por supuesto, no supone que todo sean ventajas, tal y como el confinamie­nto ha puesto en evidencia desencaden­ando muchos pequeños y grandes conflictos domésticos. A pesar de todo, nos encontramo­s ante una magnífica oportunida­d de mejorar las cosas, aunque vinculada a la imperiosa necesidad de resolver algunas cuestiones pendientes. Por ejemplo, la distribuci­ón más justa de las tareas hogareñas, las cuales siguen recayendo mucho más sobre la espalda femenina. La palabra clave no es colaborar, sino compartir.

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