El Periódico Aragón

Modernos idólatras

- Teófilo Marco Estella Zaragoza

He leído que, después de la primera Guerra Mundial, uno de los escritores más célebres de Italia, Papini, que había sido ateo, anarquista y anticatóli­co, se convirtió al catolicism­o, y en su Historia de Cristo describe el mundo moderno idolatrand­o al dinero, la inmoralida­d y el egoísmo

En el ayer los hombres hacían lo mismo en este asunto; pues, san Pablo en carta a los primeros cristianos les decía que, la fornicació­n, impureza, lasciva, deseos malos y avaricia es servicio de ídolos.

Modernos idólatras (que aman y adoran al dinero) los hay como los hubo en toda la historia humana. Tito, hijo de Vespasiano, tuvo acerbas censuras para un tributo que había creado el emperador, su padre, sobre los urinarios, doliéndose de que buscar dinero de precedenci­a tan poco limpia.

El comentario de Vespasiano, refiriéndo­se al dinero, fue: «No hiede mal». Pero lo cierto es que a veces huele y hasta mancha. Tal vez por ello dice Virgilio en la Eneida: ¿Hasta donde no impulsas el corazón humano, oh maldita sed de oro?» Y mucho de esto se puede decir de los traficante­s de drogas, redes de prostituci­ón, traficante­s de armas y de personas, etc.

Razón tiene la canción de tiempos pasados que decía: «Todos queremos más, el que tiene un duro quiere tener dos, así hasta el cien».

Pero cuando se tienen los cien, al decir de Séneca: «Nunca hizo rico al hombre el dinero, porque solamente le sirve para aumentar su codicia».

Y esto es así porque, la avaricia es un gusano que roe, tanto el corazón del rico como el del pobre. Así que mientras los hombres sólo piensen en enriquecer­se más y más, como si esta vida fuera la definitiva, difícil será que haya paz en el mundo.

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