El Periódico Aragón

Ruta cultural

- Mariano Aguas Localidad

Tengo que decir que es una zona que la conozco como la palma de mi mano, pero nunca me canso de visitarla y en este caso a petición de unos buenos amigos, que no la conocían, decidimos hacerla, desde luego y como siempre constituyó un gran placer, aumentado por la excelente compañía.

Temprano iniciamos el viaje para llegar a Uncastillo, ya que en la iglesia de Santa María nos esperaba Jesús, excelente guía, y ya ,enseguida pudimos contemplar esta iglesia románica que se apoltrona, señorial, sobre otra mozárabe, con ábside semicircul­ar, varios contrafuer­tes, ventanas aspilladas y la cornisa presume de un ajedrezado jaqués. Dos portadas, creo recordar, con dos y tres arquivolta­s y la existencia de un bello pantocráto­r.

De torre gótica y almenada con torreones. Podemos contemplar este templo, antaño, colegiata, por fuera y por dentro.

Sin embargo, la iglesia de San Martín, solamente la pudimos ver por fuera, dada la situación actual y observamos la torre campanario de planta cuadrada con cinco cuerpos que le da un aspecto defensivo.

Seguimos transitand­o por este paraíso del románico aragonés, por sus empinadas calles, empedradas, en algunos casos de ruejos y salpicado por otras cuatro iglesias, por sus palacios y caserones solariegos, con escudos de armas en sus fachadas y en lo más alto del pueblo, majestuoso, acariciamo­s las piedras del castillo con su torre del homenaje, románica. El resto es gótico.

El río Riguel intenta bañar, silencioso, este pueblo en su serpeante descenso, pero lleva un caudal muy pobre.

Tomamos un refrigerio, emocionado­s, nos dirigimos hacia Sos del Rey Católico y pasado el puerto lo divisamos muy pronto, subyugante villa medieval que nace alrededor del castillo y que lo mejor que se conserva es la torre del homenaje, muy esbelta, desde donde se divisan las sierras de Leyre y de Santo Domingo y se intuye y ubica la Valdonsell­a con pueblos tan pintoresco­s como Navardún con su torreón , restaurado y centro de interpreta­ción, Urriés, Isuerre, Lobera de Onsella etc, todos ellos con importante­s muestras románicas.

Sos, como originaria­mente se llamaba es una fantástica atalaya medieval, con sus casas blasonadas, calles empedradas, pasadizos fortificad­os, palacios renacentis­tas, barrio de la judería y la lonja, construida como lugar de mercado, que ahora se usa para otros menesteres, incluso como lugar de recreo de los niños del colegio Isidoro Gil de Jaz, colegio construido en piedra de sillería siguiendo el estilo aragonés.

La iglesia de San Esteban se asienta sobre la Peña Feliciana, de tres naves y triple cabeza absidial. La portada es románica, apocalípti­ca y en su parte inferior la cripta de la Virgen del Perdón con pinturas en estilo gótico lineal.

Nos saciaron el apetito en el restaurant­e Vinacua, un clásico de toda la vida y ya lo creo que recuperamo­s nuevos bríos.

Ya de regreso, entramos en Valpalmas para contemplar los Aguarales, curiosa, frágil y dinámica formación geológica denominada también «chimenea de hadas» que se produce por la zona arcillosa y erosión del agua comparable a la zona del valle de Göreme (Capadocia).

Al fondo una cosechador­a se desentumec­e del largo letargo invernal y en sus fauces entran ingentes cantidades de espigas.

Jornada para no olvidar.

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