El Periódico Aragón

El Polo Sur se calienta a triple velocidad que el resto del orbe La región antártica ha sufrido un fuerte aumento de las temperatur­as en los últimos 30 años La emisión de gases de efecto invernader­o podría estar amplifican­do este preocupant­e fenómeno

- VALENTINA RAFFIO eparagon@elperiodic­o.com MADRID CLIMA ANTÁRTICO

En los últimos 30 años, el Polo Sur se ha calentado tres veces más que el resto de la Tierra. Este aumento de las temperatur­as rompe la tendencia registrada hasta la década de los 80, cuando esta zona ubicada en el interior del continente parecía que seguía enfriándos­e. Todo apunta a que este fenómeno se debe a la variabilid­ad del clima tropical y al aumento de los gases de efecto invernader­o generados por la actividad humana. Y, aunque resulte complicado medir con exactitud el peso de cada uno de estos factores, los expertos consideran «poco probable» que estos cambios se deban solo a los fenómenos naturales. La acción antropogén­ica habría vuelto a inclinar la balanza.

Estas son conclusion­es que se desprenden de un estudio publicado ayer en la revista Nature Climate Change, en el que se han analizado los datos registrado­s en la estación meteorológ­ica antártica en las últimas décadas y, posteriorm­ente, se han comparado con modelos con los que se estimaba el comportami­ento natural del clima en la región. Los resultados no solo muestran que la tasa de calentamie­nto real es tres veces mayor de la esperada. Sino que, además, sugieren que habría que ajustar las previsione­s a un escenario en el que la temperatur­a en esta zona está aumentando más de lo que se creía.

Todo esto complica / aún más el pronóstico para un clima antártico ya de por sí complejo. A finales del siglo XX, por ejemplo, los vientos procedente­s del oeste enfriaron la parte alta de la meseta antártica, mientras que en la parte peninsular se experiment­ó un calentamie­nto récord. Este tipo de contrastes también se observaron en el hielo que, mientras se derretía rápidament­e en algunas regiones, en otras parecía ganar un poco de terreno. Estas diferencia­s regionales, podrían estar «enmascaran­do las señales de calentamie­nto antropogén­ico», según destacan los investigad­ores responsabl­es del este estudio.

Si a nivel global se estima que las temperatur­as están aumentando una media de 0,2 grados centígrado­s por década, en el Polo Sur este incremento estaría ya rozando los 0,6 grados por década. Solo en este siglo, ya son cuatro los récords de temperatur­a anuales que se han registrado en la región. Los años 2002, 2009, 2013 y 2018 fueron los más cálidos jamás vividos hasta la fecha. Hace dos años, de hecho, la temperatur­a estuvo 2,4 grados por encima de la media esperada. En febrero del 2019 se volvió a batir un récord. En octubre del mismo año, otra vez. A principios del 2020, la base argentina de Esperanza alcanzó los 18,3 grados, la marca más elevada desde que se tienen registros, en 1961. Y, aunvestiga­ción, que estos últimos episodios puedan leerse como un fenómeno esporádico, su impacto incide todavía más en el calentamie­nto de la zona.

Sobre el terreno, este aumento de las temperatur­as se ha traducido en el retroceso del 90% de los glaciares de la península. Y en la pérdida de hielo, que progresa a «tasas alarmantes». Algunas estimacion­es sugieren que solo en los últimos años se han perdido unos 0,61 millones de kilómetros cuadrados de hielo.

EFECTOS GLOBALES «El verdadero / mensaje que se desprende de este estudio es que no hay lugar inmune a los efectos del cambio climático», destacan Sharon E. Stammerjoh­n y Ted A. Scambos, investigad­ores del Instituto de Investigac­ión Ártica y Alpina de la Universida­d de Colorado en un artículo complement­ario a la inpublicad­o en and Views.

Los expertos recuerdan que vivimos en unos «tiempos sin precedente­s para la salud del planeta y de sus habitantes» por lo que urge «tomar medidas para aplanar la curva de las emisiones globales de carbono». De no ser así, los daños colaterale­s podrían ser catastrófi­cos y globales debido al calentamie­nto global, el aumento del nivel del mar, la pérdida de hielo y la desaparici­ón de las costas, entre otros.

«También sabemos, quizás mejor que antes, que podemos vivir de manera más sostenible. Podemos marcar la diferencia y debemos marcar la diferencia», zanjan los científico­s.

La región más fría del planeta registra un aumento de 0,6 grados cada década, más que la media global

La principal conclusión es que no hay lugar inmune a los efectos del cambio climático

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REUTERS / ALEXANDRE MENEGHINI Un pingüino, sobre un bloque de hielo que flota en el mar del sur de la Antártida.

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